Esperanza Fernández, una de las cantaoras más versátiles y valientes del panorama actual del Cante Flamenco ha vuelto su mirada atrás, a sus orígenes, y con toda la ironía del mundo, ha titulado su último disco Se prohíbe el cante, ese vergonzoso cartel que solían poner en casi todas las tabernas y tabanques andaluces cuando el cante era para la autoridades del país cosa de borrachos y alborotadores.
Se prohíbe el cante
es un viaje al pasado y una reivindicación de la esencia del cante tradicional,
del cante “100% clásico” en palabras
suyas. Esperanza, una cantaora que ha llevado su cante y ha entusiasmado a los
públicos de los más prestigiosos teatros de medio mundo (New York, París,
Lisboa, Atenas, El Cairo, Roma, Nápoles, Moscú, México, Estados Unidos, Japón,
por citar unos pocos) vuelve a la intimidad y autenticidad de la comunicación
jonda, a la cercanía de la peña flamenca para grabar en directo doce temas que le
salen de las entrañas y respiran sentimiento y calor.
Ella hace en solitario con la guitarra de Miguel Ángel Cortés cinco palos básicos: alegrías con
regusto a Cádiz, la soleá y la caña, la petenera, y la seguiriya. Se acerca a
las minas en una taranta con la sonanta de Tomatito. Comparte cantes con todo
tipo de voces: fandangos con Arcángel, tonás con José Valencia, la mariana con
Marina Heredia, la guajira con Rocío Márquez, tangos con Miguel Poveda y
Bulerías con Jesús Méndez. Sin olvidarse de su padre, Curro Fernández, que une
su voz rota a la suya en una serrana. Una impagable muestra de respeto y amor
filial.
Se prohíbe el cante
se ha presentado en Sevilla en el Cartuja Center el pasado 19 de febrero.
Estuvieron con ella Ana Morales, Rancapino Chico, Argentina, María Terremoto y
Rosario la Tremendita. Curro Fernández leyó unas cuartillas para iniciar el
espectáculo y David Fernández, el hijo menor de la cantaora, hizo unas tonás
con ella.
Se prohíbe el cante es
sin duda una obra imprescindible en la discoteca de todo aficionado cabal.
José Luis Navarro