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Los duendes llegaron en tropel al Teatro Flamenco Triana


Se había corrido la voz entre ellos de que un tal Edu Hidalgo había hecho llorar a una norteamericana la noche antes cantando por seguiriyas y querían ver si se repetía el milagro. Se empujaban unos a otros para conseguir el mejor sitio desde donde ver el espectáculo. Ya se sabe, los duendes son como niños traviesos, pero la mar de agradecidos. Y vaya si se repitió el milagro! Esta vez fue por Málaga. Edu se arrancó por la célebre malagueña de don Antonio Chacón “Del convento las campanas” y la volvió a liar. Yo no había oído nunca interpretar esa letra con el dramatismo con que la cantó este extremeño. Consiguió fundir la belleza musical de la malagueña del maestro de Jerez con el desgarro emotivo que él pone en el cante y llegar así a una soberbia comunión de sentires. Esta vez el público hizo honor al apelativo de “respetable” escuchando con el corazón en un puño y rompiéndose las manos a aplaudir cuando terminó el cantaor.

Edu por malagueñas


Desde luego fue una noche mágica en la que cante, baile y toque se dieron la mano para dar toda una lección de lo que es el Flamenco. Se encontraron todos tan a gusto que por ellos habrían seguido cantando, bailando y tocando hasta el amanecer. El cante —ya lo hemos dicho— lo puso Edu Hidalgo. El baile fue cosa de Luisa Palicio y Fernando Jiménez y la sonanta la trajo Carmelo Picón. Era la primera vez que los cuatro actuaban juntos, pero parecía que llevasen meses trabajando cada noche.
Empezaron con unos tangos, bailados en pareja por Luisa y Fernando. ¡Qué pocos se atreven hoy a improvisar un baile en pareja como no sea por sevillanas! Después, Luisa, haciendo gala de su maestría en el baile de Sevilla, nos deleitó con una guajira excepcional en la que lució bata de cola, mantón y abanicos. Carmelo le sacó a las seis cuerdas unos espléndidos fandangos de Huelva y Fernando puso el broche de oro con una soleá por bulerías.



Luisa luciendo mantón



Luisa luciendo abanicos









Fernando Jiménez, dinamismo y plasticidad



Al salir les oí decir a los duendecillos “Qué guay nos lo hemos pasado. Aquí tenemos que volver otra vez”.


                                                                                                                                              
                                                                                                                          José Luis Navarro (texto y fotos)