Mayte Martín ofreció su concierto Memento en el ciclo “Flamenco viene del Sur”. Un recital que estrenó en 2019 en el Museo Picasso malagueño y que ya trajo ese mismo año a Cajasol.
Memento es un tributo a sus recuerdos y a los maestros del cante. Así lo explica ella:
Honrar es lo que quiero. Y por eso pongo a su servicio mi sentido del decoro y de la libertad. A partes iguales. El primero para contribuir a preservar con rigor sus preceptos, que vienen dados por una ética y una estética que son herencia sagrada; el segundo, para poner todas mis capacidades creativas, imaginativas y emotivas a su servicio, por ser vehículo que conecte el pasado con el presente, para buscar dentro de mí y dar luz al resonar los ecos antiguos que hablan con mi voz.
Con el acompañamiento exquisito del que se ha convertido en su guitarrista habitual, el alicantino Alejandro Hurtado, y de José Tomás, hizo un recorrido por el cante clásico. Empezó con “Los campanilleros”, "Las morillas de Jaén" y “Los cuatro muleros”. Se acordó de Pastora por tientos y tangos y bajó al fondo de lo jondo por soleá y seguiriya. Hizo fandangos de Pastora y del Pinto. Viajó a los cantes indianos por milonga con Marchena en la memoria y por guajira con los ecos de Juanito Valderrama y cerró por fiesta con cantiñas.
Fue un recital de lo más ortodoxo en el que Mayte aunó a la perfección el pasado con el sello de su personalidad y maneras cantaoras. Un recital en el que derrochó a manos llenas esa delicadeza y musicalidad que caracterizan su cante. Un concierto académico que al público le supo a poco y le pidió con insistencia que regresara al escenario. Así lo hizo para volver a despedirse acordándose esta vez de otro indiano, el maestro argentino Atahualpa Yupanqui y su “Milonga del Solitario”.
Mayte Martín hizo gala de lo que es: un nombre importante en el panorama flamenco actual.
José Luis Navarro