Farruquito (Juan Manuel Fernández Montoya, Sevilla, 1982) presentó en el ciclo “Flamenco viene del Sur” Íntimo, su último espectáculo, una exhibición de baile que él define como “los orígenes y la historia del flamenco”. Un recorrido que se inicia por seguiriyas, para hacer después verdaderas diabluras por bulerías, caña, taranto, tangos, alegrías y alboreá.
Fue toda una impresionante lección de baile flamenco con un
zapateado espectacular. No es que Farruquito sea un virtuoso del zapateado. Es,
como diría un castizo, “lo siguiente”. No se le puede sacar más partido a unos pies.
Es imposible. Farruquito aúna precisión, pulcritud y elegancia. Es un zapateado
magistral y estilizado. Lo acompañó dando lecciones de compás con los nudillos
sobre una mesa.
Con él venía Marina Valiente, que pretendió lo imposible:
hacer el baile de Farruquito y salir indemne. No pudo ser. No podía ser. La
diferencia entre ambos es absolutamente insalvable.
El cante lo pusieron la voz agresiva de Mari Vizárraga, la de
las Tres Mil Viviendas, con Ezequiel Montoya “Chanito” e Ismael de la Rosa
“Bolita” y la música la guitarra de Antonio Santiago “Ñoño” y la batería de
Paco Vega.
Todo haciendo verdad el título. Todo desde la intimidad de un
escenario desnudo, salvo las sillas de los artistas y una mesa pequeña para
hacer compás y con un juego de luces elemental.
Y para terminar, un detalle simpático. La presencia en las
tablas de los que sin duda serán mañana continuadores de la saga que inició
Antonio Montoya Flores “Farruco”, un jovencito y un par de niñas de tres o
cuatro años.
José Luis Navarro