Javier Barón vuelve a los ruedos

 

Entre mujeres, estrenado dentro del Festival Internacional de Danza de Itálica en el Castillo de Alcalá y coproducido por su ayuntamiento, es un homenaje a todas esas mujeres que han significado mucho en la vida de Javier Barón, su madre, su abuela, sus tías, sus amores. Anoche se lo dedicó expresamente a Carmen Troncoso de Arce, la madre de su director escénico, una alcalareña de pro recientemente fallecida.

En siete escenas simbólicas Javier recorrió paso a paso momentos vividos en su andadura como bailaor. Empezó de niño ꟷ”Qué camino más largo queda por andar” le canta Melchora Ortega por martineteꟷ, siguieron risas de niños y un espectacular conjunto de canciones infantiles, ”Había una vez un barquito chiquitito que no podía navegar”, ”Vamos a contar mentiras, tralará”, “A tu vera, siempre a la verita tuya”, “Al pasar la barca le dijo el barquero”, “El cochecito leré”… ; luego, ya de muchachito, sones anglosajones “Can`t take my eyes off you” y canciones de Mercedes Sosa “Para qué vamos a hablar de cosas que ya no existen”. Después, Javier disfrutó, también como un niño, cuando recordó sus éxitos de mayorcito. Revivió su flamenco más clásico y se asomó al futuro de la mano de la danzarina contemporánea Rocío Barriga. Con ella se marcó un taranto para enmarcar. Era pura danza sin etiquetas. Airosa, imaginativa, cautivadora. Un momento para el recuerdo. Y vuelta al flamenco clásico con unas alegrías memorables. Nos dejó con la boca abierta. Estuvo en plan maestro. Fue un auténtico derroche de gracia e imaginación. Unas pinceladas de ese arte que solo llega a los escenarios con cuentagotas, ahogado las más de las veces por unos zapateados insulsos y machacones. Javier se tomó un respiro, se sentó y se embelesó con una granaína en contemporáneo de Rocío Barriga. Para despedirse, hizo una soleá mirando al cielo alcalareño y con un broche de oro por bulerías de las que apenas se ven hoy. Estaba a dos pasos de esas cuevas testigos de los cantes de su paisano Joaquín el de la Paula y era el momento de bailar flamenco del de siempre, del suyo. Fueron imágenes y sonidos para saborear con fruición.

Una ojeada al álbum de fotos y el telón de la oscuridad.

Una apoteósica vuelta a los ruedos con una cuadrilla de lujo: las admirables voces de Melchora Ortega y Natalia Segura y la polifacética actuación de Beatriz Rivero, que bailó, cantó y acompañó con las palmas. Envueltas las cuatro en fantasiosos ropajes hijos de la exuberante imaginación de Manolo Marín. A destacar igualmente la espléndida banda musical que interpretan Salvador Gutiérrez, Javier Patino, Antonio Coronel, José Manuel Posada «Popo» y Jesús Lavilla.

Capítulo aparte merece David Fernández Troncoso. Les llevó a todos de la mano y logró una puesta en escena imaginativa y sin fisuras. Un espectáculo de los que pocos entran en la docena. Lástima que los audiovisuales de Fran Lorca apenas se pudiesen ver.

¡Ole Javier! ¡Ole David!

                                                                                                                            José Luis Navarro