David Coria destaca hoy en el panorama del baile flamenco por su desbordante imaginación, su valentía para romper moldes y su envidiable dominio técnico. Es a la par un bailaor tan inquieto como autoexigente. Un bailaor elegante y polifacético que se define como “vanguardista sin perder las raíces”.
De nombre David García Berrocal, nace en Sevilla el 14 de octubre de 1983, pero se cría en Coria del Río. Así lo cuenta él:
Desde mi niñez viví y me crié en Coria del Río. Prácticamente las “excursiones” que hacíamos a la “capital” (como decían mis padres para referirse a Sevilla) eran escasos fines de semana como auténticos turistas de nuestra tierra. Hasta prácticamente mi adolescencia pasaba mis días casi exclusivamente en el pueblo.
David baila desde chiquitito.
Mi abuela paterna y mi padre eran muy buenos aficionados al cante. Mi hermana Rosa María, una de los diez hermanos que tengo, cuatro años mayor que yo, bailaba desde pequeña y yo crecí jugando a bailar con ella. No me separé de ese juego desde entonces.
Y empezó a subirse a las tablas en ferias, peñas y concursos.
De pequeño, actuaba innumerables veces en ferias de los pueblos circundantes, concursos, peñas, etc., a veces solo, a veces con mi hermana, a veces con otras parejas de baile. En ocasiones estas veladas acababan tarde y regresábamos a casa a las dos o tres de la mañana. En cierta ocasión, al regreso, el coche de mi padre sufrió una avería, en una época donde no existían los teléfonos móviles, y tuvimos que andar durante varios kilómetros, a esas horas de la noche y conmigo vestido todavía con las ropas de baile, botas incluidas, hasta la gasolinera más cercana para poder llamar por teléfono. Imagínense las caras de los dependientes cuando nos vieron llegar.
Sus maestros fueron Paco Fabra y Lola Mesa. Así los recuerda David:
Un excelente profesor que sigue viviendo en mi pueblo, aunque ya no imparte clases, que se llama Paco Fabra y su mujer, Lola Mesa, otra excelente artista que me enseñaron cosas preciosas respecto a la dedicación, amor y compromiso exigidos para vivir el mundo del arte.
Empieza sus estudios en el Conservatorio Profesional de Danza de Sevilla y de ahí, con 15 años, pasa a los talleres del Centro Andaluz de Danza, que por aquel entonces dirigía José Antonio. Corría 1998. Un año después, baila en la compañía de Antonio el Pipa, junto a María del Mar Moreno y Milagros Mengíbar en el espectáculo Puntales.
Espiral con Ana Morales
En 2000 entra a formar parte de la compañía de Aída Gómez e interviene en Salomé, dirigida por Carlos Saura. Un año después, ingresa en el Ballet Nacional de España. Allí sigue aprendiendo. Tiene de maestros a Elvira Andrés, José Antonio, José Granero, Pilar López, Mariemma y Antonio Gades y participa en montajes históricos como Medea de Granero, Danza y tronío de Mariemma, Concierto de Aranjuez de Pilar López, Fuenteovejuna de Gades, Ilusiones F.M. de María Pagés, La Leyenda y Café de Chinitas de José Antonio. De esos años, nos dice:
Me siento un privilegiado por haber tenido la oportunidad de estudiar con maestros en mayúsculas. Sería una osadía hablar solo de uno. Pero te cito a José Granero, José Antonio Ruiz, Alberto Lorca, Ana María Bueno, Carlos Robles, Juana Amaya, Aurora Bosch, Aída Gómez,... A todos debo. Todos están en mí, pero quizá José Granero me dejó una huella más profunda.
Nos habló también de las compañías por las que pasó:
En estas compañías estuve cuando era prácticamente un adolescente. Todas esas oportunidades me abrieron un mundo infinito en el arte, y me enseñaron lo que hubiese sido imposible aprender por mi propia cuenta. La primera vez que estuve vinculado a la Compañía Andaluza de Danza, tenía tan solo 15 años y supuso una revolución para aquel chaval. Pasé de estar en Coria, bailando con amigos de mi pueblo a estar en la capital, con exigencias enfocadas a un mundo profesional, y rodeado de excelentes artistas a diario. El cambio fue brutal. Con la compañía de Aída Gómez el contacto fue durante muy breve período de tiempo pero de nuevo el impacto fue tremendo al tener que salir de mi hogar, con 17 años y comenzar en el mundo laboral como profesional del arte ya en esa ocasión. Además la capacidad de enseñanza de Aída Gómez es descomunal. A pocos profesionales conozco que tengan esas dotes, así que fue como entrar en otro torrente de aprendizaje exquisito.
Con Rafaela Carrasco
A los 18 años ingresé en el Ballet Nacional de España y fue allí realmente donde me hice consciente de todo el compromiso y la exigencia que implicaba esta profesión. Fue mi lugar de trabajo, el mejor lugar para aprender, para adquirir conocimientos no solo prácticos, el lugar donde convivía con amigos, con maestros… Fue el lugar que me brindó la oportunidad de entrar en contacto con los más altos exponentes de la danza de nuestro país, como Doña Pilar López, José Granero y su mítica obra Medea, el gran Antonio Gades, Marienma, María Pagés…, bajo las direcciones de Elvira Andrés y José Antonio Ruiz.
Y de los bailaores que admira:
Manuela Carrasco, Eva La Yerbabuena, Israel Galván, Farruquito, Rocío Molina…
En 2002 deja el BNE, baila en tablaos (Casa Patas, Corral de la Pacheca, Corral de la Morería o Café de Chinitas) y pasa por varias compañías: la de Rubén Olmo en la que participa en Belmonte (2006) y Pinocchio (2007), la de Rocío Molina en Goyescas y Oro viejo (2008), la de Estévez y Paños en Siglo XXI: ópera, café y puro (2008) y la de Rafaela Carrasco en Vamos al tiroteo (2008. Giraldillo a la Mejor Coreografía en la XV Bienal), 150 gramos de pensamientos (2010) y Con la música a otra parte (2013).
En 2009, lo vemos en Flamenco hoy de Carlos Saura y como coreógrafo invitado en la compañía del japonés Masami Okada. En 2010, forma parte de la gala Todo cambia en gira por los Estados Unidos y la revista alemana Tanz lo destaca como Mejor bailarín del Año. En 2011 baila en el Festival Flamenco de Alburquerque, en el Corral del Carbón de Granada y en el Fringe Festival de Edimburgo y en 2013, culminada su formación, entra en el Ballet Flamenco de Andalucía como primer bailarín, repetidor y coreógrafo. En el BFA participa en En la memoria del cante. 1922 (2014), Imágenes. 20 años del Ballet Flamenco de Andalucía (2014, Giraldillo al Mejor Espectáculo en la XVIII Bienal), y en Tierra-Lorca. Cancionero popular (2016, Giraldillo Especial a su Cuerpo de Baile).
Y sigue estudiando y aprendiendo, siempre aprendiendo.
Me asomo a diario a YouTube para ver tanto nuevas propuestas de cualquier disciplina como para seguir admirando a Carmen Amaya, Antonio Ruiz Soler, Pilar López, Antonia Mercé, Antonio Gades, Mario Maya, Farruco, Barýshnikov, Pina Bausch...
Son todas obras que nacen, nos dice,
de la necesidad de contar, de exponer, de retarte, de dar forma a un torrente de informaciones que circulan por tu cabeza.
Durante todos estos años ha seguido colaborando y en muchas ocasiones coreografiando espectáculos de compañeros: El salón de los pasos perdidos (2015) y Una mirada lenta (2016) de Ana Morales, Apariencias (2016) de Eva Yerbabuena, Mosaico (2017) de Flamencos en Route, La Tourneé (2018) de Andrés Peña y Pilar Ogalla, Salón de baile (2018) y Ariadna (2020) de Rafaela Carrasco y Cámara Abierta (2020) de Paula Comitre.
David además ha sacado tiempo para dedicarlo a la enseñanza. La ha ejercido como profesor en el Conservatorio Superior de Danza de Madrid “María de Ávila” y como coreógrafo invitado en la compañía Larreal, asociada al Conservatorio Profesional de Danza “Mariemma” de Madrid.
Y así hasta hoy, derrochando imaginación y creatividad, autorretándose con el más difícil todavía y sin fracasar en ningún intento. Siempre llevando a los escenarios su concepto del baile flamenco:
No estoy de acuerdo con nada que implique encorsetamiento y aceptación de normas rígidas restrictivas con respecto al arte. El Arte, sinónimo de expresión, debe serlo también de libertad. Respecto al género, por ejemplo, la historia del flamenco ya nos ha demostrado cómo muchos de esos clichés asociados han sido destrozados cuando artistas de calidad han entendido el arte de diferente forma. Como ejemplo más a la mano tenemos el caso de la gran Carmen Amaya, pero podríamos citar otras, como Trinidad Huertas La Cuenca y una infinidad de artistas más. Actualmente, es delicioso ver bailar a Manuel Liñán con su bata y mantón. A mi entender la profundidad del arte no se puede medir atendiendo a lo visible, a las meras formas estéticas. Nos trae algo (o mucho) más.No quiero decir con esto que todo vale. Es decir, no soy seguidor de normas rígidas que impidan probar, investigar, descubrir o simplemente jugar, pero obviamente, no creo que después de estos procesos, todos los resultados obtenidos sean de calidad, ni puedan catalogarse como flamenco, o simplemente lo enriquezcan. Considero que esas voces alarmistas que vaticinan la desaparición del flamenco se aferran a un ideal de gusto personal, que entienden el Flamenco como un arte de museo y no entienden que es un ente vivo que engulle aquello que le resulta nutritivo y desecha lo que no. Además de ser pura vanguardia en cuanto a la relación con los artistas y la exigencia que les reclama de autenticidad e idiosincrasia. No exige imitaciones de tiempos remotos, sino actualidad.
Y atendiendo a cada detalle:
La importancia de las pequeñas cosas. El valor que le conceden a una mirada, a un gesto, a mover un brazo o una mano.
Encuentro. Foto de Javier Fergo
Que así es como él ve el baile de hoy:
Abierto, en ebullición, respetuoso, juguetón, provocador, con grandes talentos…
Y así es cómo él ha creado ¡Fandango!
¡Fandango! nació por una propuesta de Daniela Lazary (co-productora y distribuidora) de unir a mi admirado David Lagos y a un servidor, para que trabajásemos juntos partiendo del disco que Lagos ya había presentado en la anterior Bienal, Hodierno. La experiencia ha sido maravillosa y desconcertante. Realmente no preví que me descubriría una nueva forma de enfrentarme a la creación y que me llevaría por caminos bastantes desconocidos para mi hasta ese momento. Ahora mismo ¡Fandango! representa mi realidad más inmediata. Y, curiosamente, puede que, en cierto modo, la obra haga lo mismo con el contexto social en el que nos encontramos.
David ha recibido los premios siguientes:
2010. Mejor Bailarín del Año de la revista Tanz.
2016. Premio Lorca de la Academia de las Artes Escénicas de Andalucía como Mejor Intérprete Masculino de Danza Flamenca.
2019. Premio del Público del XXIII Festival de Jerez por Anónimo.
2020. Giraldillo al Mejor Espectáculo.
Ya estamos ansiosos por conocer y disfrutar de su próxima aventura.