José de la Tomasa le hizo un monumento al cante

Cajasol reinició sus Jueves Flamencos con un sentido homenaje a Manuel Herrera Rodas, el que fuese su director y alma mater durante tantos años. Después nos ofreció un auténtico recital de cante. Lo protagonizaron José de la Tomasa y su nieto Manuel. Dejaron meridianamente claro que el cante, en una época dominada indiscutiblemente por el baile y la guitarra ─hace tiempo que se incorporó el piano al favor y fervor del público ─, aún sigue vivo y es capaz de emocionar y entusiasmar al respetable. 





Comenzó Manuel, que hizo alegrías, soleares, seguiriyas y bulerías y confirmó lo que en su día dijimos de él: “Voces como la suya garantizan el futuro del cante. El cante clásico. El cante de siempre” (La Musa y el Duende, 21). Anoche volvimos a disfrutar de su cante, especialmente de unas seguiriyas en las que se retorció para extraerles hasta el último aliento de jondura y sentimiento. Y es que Manuel es sin duda uno de esos jóvenes valores llamado a mantener vivo y enriquecer el patrimonio flamenco de XXI. 

Siguió José, que estuvo en plan maestro. Hizo tarantos, bulerías por soleá “como se cantaban en la Alameda” y seguiriyas y derrochó sabiduría y buen gusto para recomponer los estilos tradicionales aportándoles el sello de su personalidad. Fue un prodigio de musicalidad y demostró que, hoy por hoy, es el maestro indiscutible del cante flamenco en Sevilla. No es comprensible que se haya quedado fuera en la programación de un acontecimiento bianual como la Bienal. 

Les acompañaron Jesús el Perla a la guitarra y Miguel Benito Fernández y Juan José Amador “Nieto” a las palmas. Cerraron abuelo y nieto con un mano a mano por tonás. 

                                            Que se entere el mundo entero 
                                            Que nieto y abuelo juntitos estamos 
                                            Y somos gloria humilde del cante 
                                            Y también somos seví[llanos]. 

Desde luego, no podía empezar con mejor pie la nueva andadura de Cajasol. 

Por último, una consideración importante. Cajasol respetó escrupulosamente las distancias de seguridad entre butaca y butaca y fila y fila. Yo, que, por edad estoy en una peligrosa franja de riesgo ante ese bicho chino, no me sentí en ningún momento amenazado. Lo digo, porque creo que no es justo que por culpa de desaprensivos o de la escasez de medios de transporte adecuados se cierren locales que en nada atentan contra la salud pública.

                                                                                                                                José Luis Navarro