“Flamenco de sofá” es una iniciativa de la checa Karol Martincová. Una fórmula para ofrecer
conciertos sin limitaciones de aforo. Un recurso que podrían adoptar otros con el que paliar
al menos en parte la angustiosa situación de paro e incertidumbre que viven hoy los artistas flamencos. El aficionado puede así asistir por internet a estos espectáculos y contribuir
mediante una donación voluntaria a sus precarias economías. Reseñamos una pequeña
muestra.
Puntal
Con este concierto inicia su andadura “Flamenco de Sofá”. Vio la luz en el Teatro Gutiérrez de
Alba de Alcalá de Guadaira el 24 de mayo de 2013 y contó, como artista invitado con Javier
Barón, maestro, paisano y amigo de su protagonista, el alcalareño David Pérez.
Puntal es un recital de Flamenco a secas. Hay baile, hay cante y hay guitarra. No es un “puntal”,
son los tres puntales de lo jondo. No hace falta más para disfrutar del Flamenco. El baile lo protagonizan dos maestros, David Pérez y Javier Barón. El cante lo pone Jeromo Segura y el toque
Miguel Pérez. Juntos construyen una pequeña joya dancística. Y es que las pinceladas de Javier
valen su peso en platino. Y qué decir de David. Así lo definió Eulalia Pablo*:
A nuestro entender, David es un bailaor barroco, brillante, espectacular y sorprendente. Barroco, por la variedad de pasos, figuras, vueltas, adornos con los que adereza su baile; como una catedral de Burgos, vaya. Brillante, por la perfección y calidad de ejecución. Espectacular porque consigue sobrecoger y emocionar. Por ejemplo, después de increíbles piruetas y endiablados zapateados es capaz de parar el tiempo de golpe con un desplante, un cierre, o simplemente un giro de cabeza. Y sorprendente por sus inesperados pellizcos, una mano, un gesto, un escorzo, un pie, una vuelta. El suyo es un baile imaginativo y personalísimo.
Y así se mostró David en el Gutiérrez de Alba, barroco, brillante, espectacular y sorprendente.
Hizo un recorrido por los estilos básicos del Flamenco más clásico: granaína, garrotín, tangos,
seguiriya, caña, fandangos de Huelva con palillos, soleá y la clásica pataíta por bulerías para
cerrar el concierto. Fue toda una lección de baile, con continuos alardes de unos recursos
enciclopédicos.
Hubo además un momento excepcional: la caña que bailaron a dúo Javier y él. No fue un mero paso a dos. Fue una soberbia demostración de inventiva e imaginación. Una magistral cocreación coreográfica digna de dos auténticos maestros. Dos cuerpos que imaginan y crean al unísono. Un concierto para el recuerdo.
José Luis Navarro
Notas
* La Musa y el Duende 2, 2016, pág. 20.