¿Hay quién dé más?


José Luis Ortiz Nuevo. 2019. Tremendo asombro. Huellas del género andaluz en los teatros de La Habana y otras informaciones a lo flamenco (1970-1850)


En 1914 Pepe de la Matrona se plantó en La Habana. Allí se tiró nueve meses y de allí se trajo la primera rumba que se grabó por estas tierras. La llamó, por mor de aquella experiencia, “Rumba flamenca del año 1914”. Años después haría también ese viaje ultramarino nuestro poeta, José Luis Ortiz Nuevo. Se pasó allí todo el tiempo que pudo y volvió alguna que otra vez. Se hizo asiduo de su hemeroteca y en ella se enfrascaba cada mañana entre polvorientos legajos y viejos papeles de noticias. De allí se trajo cientos y cientos de gacetillas de la prensa habanera y con ellas abrió nuevos caminos para la investigación flamenca, dejando de un lado las otrora clásica tradición oral.

Sacó así a la luz un nuevo territorio, otra Cádiz ultramarina, donde los cantos y bailes andaluces protagonizaban carteles teatrales y reuniones de todo tipo. Gracias a sus desvelos, salieron a la luz los maestros de baile que tenían abiertas academias (Manuel Anievas, José Regajo, Joaquín Gutiérrez, Domingo de Robles y Saavedra, el Sr. Cisneros y la Sra. Delgado), quienes destacaron poniéndole formas y requiebros a todos estos bailes (María de Jesús Pérez, Tiburcio López, Juana Moliné, José Grande, Tomás Villanueva, Francisco Garay, Enrique Wells, Francisco Robreño, Merced, Francisca, Francisco y Luis Pavía, Marietta Gozze, Francisco Piáttoli, Manuel de Jesús Regajo, María Arroyo, José María Llorente, María de la Paz Dorado, Pedro Palomo, Juan Gerada y Enriqueta Wells), así como las andanzas de aquella austriaca que cautivó a tantos aficionados a la danza: Fanny Elssler. Una bailarina que consiguió poner patas arriba los teatros de La Habana en su primera visita a Cuba y de la que, como nos cuenta Ortiz Nuevo, reseñaba lo que sigue el Diario de La Habana en su edición del 21 de agosto de 1841: “Todavía resuenan en nuestros oídos los estrepitosos aplausos que prodigó La Habana entera a la divina Fanny en el célebre baile titulado EL Jaleo de Jerez”. 

José Luis publicó esta historia con el título de Tremendo asombro en Libros con Duende y ahora se la reedita, con muy ligeras variaciones, Athenaica. En la primera, nos proporcionó una información preciosa y exhaustiva de cuanto con aroma andaluz dijeron los papeles cubanos. En esta, se arropa con un excelente prólogo de Cristina Cruces y un interesante epílogo de Raúl Rodríguez. Más aún, en un acto de extrema generosidad nos regala todo cuanto desempolvó en las estanterías de la Hemeroteca cubana.  

Si algún interés sentís por lo flamenco, no dejéis de leer este libro. Lo disfrutaréis y, como su título presagia, os asombraréis.

                                                                                                                                        José Luis Navarro