Anoche el bailaor Andrés Marín (Sevilla, 1969), el dantzari Jon Maya (Rentería, 1977) y el batería y cantante francés Julen Achiary (Bayona, 1987) estrenaron Yarin en el castillo moro de Alcalá de Guadaíra, coproducido por el Festival Internacional de Danza de Itálica 2021[1].
Yarin es un espectáculo de danza con raíces que se hunden en el pasado, pero con la mirada puesta en el mañana. Porque tanto el baile de Marín como el de Maya se nutren de la tradición. Les delatan los pies. Flamencos en Marín. Su forma de zapatear, precisa, limpia, imaginativa, musical, está en el origen del baile jondo ꟷsu recuerdo de Joaquín el de la Paula por soleá a solo unos metros de donde estuvo su cueva fue muy emotivoꟷ. Vascos en Maya. Sus continuos movimientos a un lado y a otro, adelante y atrás, sus puntapiés con el pie derecho, con el pie izquierdo, forman parte del folclore vasco.
A partir de ahí los dos dan rienda suelta a su imaginación y
crean una tras otra las más insospechadas imágenes visuales. Se asoman
continuamente al mañana, a lo que hoy llamamos danza contemporánea, y
enriquecen así sus respectivos vocabularios coreológicos. El de Marín, rico,
rebosante de creatividad, ya lo conocíamos. El de Maya lo conocimos anoche y se
nos antojó igualmente fértil.
Marín y Maya recorren con la voz o la percusión de Achiary los
pasillos blancos del escenario del castillo. Se encuentran. Cada uno hace su
baile. Dialogan. Firman acuerdos. Funden movimientos. Se calcan. Nos regalan
una asombrosa y riquísima exhibición de danza.
Ha sido solo un primer encuentro, apenas un saludo. El
preludio de lo que será su próxima obra. El prólogo de sendos procesos de
búsqueda y el preámbulo de una futura conversación en danza. Dos universos
coreográficos que miran al futuro. No nos perderemos por nada del mundo la conclusión
de este aperitivo.
José Luis Navarro
Notas
1. Yarin es un curioso vocablo formado con las segundas sílabas de Maya y Marín que casualmente coincide con el término “mañana” del turco.