Todavía no salgo de mi asombro ¿Cómo se puede gastar ꟷmalgastar sería más apropiado decirꟷ el dinero presuntamente destinado al Flamenco en artistas que nada tienen que ver con el Flamenco? Ese es el caso de la cordobesa María José Llergo (Pozoblanco,1994). Desde luego, el grito forma parte de lo jondo, pero no esos agudos chillidos que ella estuvo profiriendo todo su concierto. Una buena aficionada japonesa que ocupaba un asiento a mi lado cuantificó su flamencura ꟷcreo que con bastante generosidadꟷ en un 2%. Tal vez como “flamenco mántrico [1] y de electrónica atmosférica”, como reza en su página web, pueda tener su sitio, pero yo mismo me pregunto qué será eso de “flamenco mántrico”.
No hay duda de que María José tiene sus adeptos. Lo
demostraron anoche en el Teatro Central con sus fervientes aplausos. Pero
corresponde a otros organismos y a otros presupuestos costear el tipo de música
que ella interpreta. No a los escasos dineros de que dispone el Instituto
Andaluz de Flamenco. Y poco más puedo decir como estudioso de Flamenco. Si
acaso, que me imagino que si Pastora llega a escuchar su “Gurugú” seguro que le
entran ganas de darle más de un pescozón por descarada y traviesa ꟷen su época, un cachete a tiempo
hacía milagros en la educación de un niñoꟷ.
Como aficionado a la música en general, sí puedo decir que me gustaron las letras que cantó. Creo que María José tiene mucho de buena poetisa social. Bueno, para ser exacto lo poco que pude entender de las letras que cantó, porque su vocalización era algo pobre y los textos quedaban ahogados por esos continuos aullidos que daba. Desde luego, entre su cuidado disco, Sanación (Sony Music, 2020), y su directo creo que median algunas millas.
José Luis Navarro
[1] Se entiende como “mántrico”
lo que tiene poderes curativos.