"Oda al tiempo" vuelve al Maestranza


Oda al tiempo es un espectáculo deslumbrante que conjuga ingenio y experiencia y logra así sorprendentes hallazgos plásticos. Presidida por una luna llena que nos marca el tiempo a modo de péndulo y que se convierte en el sol de un nuevo día, por el escenario del Maestranza fueron pasando, mes a mes, todo tipo de situaciones e imágenes. Violencia, ataques a la igual­dad, guerra, miedo, muerte y caos. Pero también orden, júbilo y esperanza. Y sobre todo belleza.


María hace un rico y extenso recorrido por el abanico de palos flamencos. Empieza y termina por cantes de trilla y luego siguen seguiriya, soleá, bulerías, alboreá, alegrías, vidalita, milonga, petenera y cantes mineros. Se asoman también los elementos que adornan o acompañan al baile: la bata de cola, las castañuelas, los mantones y los bastones. Y brazos, muchos brazos, que acompañan y enmarcan los omnipresentes de María, unas veces como recuadros y otras como alas de gaviotas.



Oda al tiempo es el testimonio jondo y dancístico de una maestra en estado de gracia. Una obra densa en la que hay alusiones a Saturno y a los fusilamientos de Goya, al Guernica de Picasso y a la Piedad de Miguel Ángel. Hay también pensa­mientos, versos y textos de Platón, Pablo Neruda (“Oda a los números”, que ella misma reci­ta), Jorge Luis Borges, Marifé Santiago y El Arbi El Harti. Y escuchamos, íntimamente insertadas en los compases del flamenco, páginas musicales de Piotr Ilich Chaikoski, Antonio Vivaldi y Georg Friedrich Händel.

Oda al tiempo es, en fin, una obra en la que María se implica en cuerpo y alma. Suya es, por supuesto, la coreografía, en la que mueve con originalidad y maestría un cuerpo de baile formado por cinco bailaoras (Marta Gálvez, Julia Gimeno, Almudena Roca, Tatiana Cuevas y María Carrasco) y cuatro bailaores (José Barrios, Rafael Ramírez, Juan Carlos Avecilla y José Ángel Capel). Suya es también la cuidadísima dirección escénica con medida en los tiempos y destreza en las transiciones. Y, por si algo faltaba, suyo es el diseño de vestuario y, compartido con El Arbi, la dirección y el diseño de la escenografía. Cuenta además con un magnífico diseño de luces que firma Pau Fullana. Y completan el elenco las voces de Ana Ramón y Bernardo Miranda y la música de Rubén Levaniegos e Isaac Muñoz (guitarras), Sergio Menem (chelo), David Moñiz (violín) y Chema Uriarte (percusión). Desde luego, un lujo casi impensable para una compañía privada.

Oda al tiempo, estrenada el 12  de abril de 2018 en Madrid y premiada con el Giraldillo al Mejor Espectáculo en la pasada edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla, vuelve al Maestranza para nuevo deleite del público, mayor, si cabe, que en esa ocasión anterior, ya que la disfrutamos más hecha, más precisa, perfectamente ajustada en un ritmo vertiginoso de carácter cinematográfico.

                                                                                                                      José Luis Navarro