Daniel Casares (Estepona, 1980) trajo su “Guitarrísimo” al Teatro Central sevillano, dentro del ciclo “Flamenco viene del Sur”. Un disco, el octavo de su fértil imaginación musical ─hasta la fecha ha publicado Duende flamenco (1999), La madrugá (2001), Corazón de tu alma (2004), Caballero (2007), El ladrón del agua (2010), Picassares (2015), y Concierto de Aranjuez (2018)─ que se ha terminado de forjar en el aislamiento provocado por el Covid y que ya fue presentado en la XXI Bienal de Sevilla, el pasado 29 de septiembre de 2020.
Un toque con detalles de Manolo Sanlúcar, José Miguel Évora,
Rafael Riqueni y Vicente Amigo, que además rebosa flamenquería con una guitarra
que combina a las mil maravillas su brío temperamental con la sutileza y
nitidez de los sonidos que él le arranca.
En este sentido, destaca esa fantasía, titulada “Suspiro al
cielo”, que para él constituye una oración en recuerdo de todos los seres que
vamos perdiendo y muy especialmente los que nos han dejado en la soledad de un
hospital durante la pasada pandemia.
Completan el recital unas alegrías (“Trasmallo”), una soleá
(“Maestro Évora”), una guajira (“Luz de vida”), una taranta por bulerías (“Mi
refugio”), unas bulerías (“Capote de seda”), una bulería por soleá (“El
pantalán”), un zapateado (“Oripándola”) y un garrotín (“Plaza de la Mercé”),
procedente de su anterior disco Picassares
(2015).
Fue un concierto ameno y vibrante que el poquísimo público asistente disfrutó y aplaudió con calor.
José Luis Navarro