Choro, y Dios quiso

#SiDiosKiere se estrenó el pasado 3 de marzo en el Festival de Jerez. Es, pura y simplemente, un recital de baile. No se cuenta ninguna historia más o menos filosófica ni psicológica tan de moda hoy en día. Desde que se levanta el telón hasta que cae, Choro baila.




#SiDiosKiere es una hora intensa de baile flamenco. Evidentemente, cada baile está asociado a los sentimientos que expresa cada estilo. Hay, por tanto, alegría y hay también emoción y tragedia. No se baila lo mismo una seguiriya que unas bulerías.

Con apenas unos pequeños cambios de vestuario Choro (Huelva, 1985), en plenitud de facultades, dio toda una increíble lección de baile. Disfrutamos de unos pies verdaderamente espectaculares. Pura filigrana. Pies que respiran y se mueven ajustados a una métrica rítmica implacable. Pies que parece que lucen una imaginación propia. Sin embargo, no todo son pies en el baile del Choro. Él tiene también brazos, manos y cuerpo. Y se adorna con ellos. Y crea llamativas figuras. Eso sí, es el suyo un baile varonil por excelencia.

Comenzó con un homenaje a Huelva a base de fandangos. Siguió con la caña. Después el garrotín. Luego el taranto. Unas alegrías seguidas de la seguiriya. Y, como era de esperar, cerró por bulerías. Siete estilos para una antología del baile de hombre.

Le arropó un atrás impecable movido con acierto y sentido por ese brujo de la puesta en escena que se llama Juan Dolores Caballero. Al cante, Jesús Corbacho y Jonathan Reyes, con las guitarras de Juan Campallo y Eduardo Trassierra, la percusión de Paco Vega y “los vientos” de Francisco Vega.

Una gozada de concierto con un teatro, al fin, otra vez casi lleno.

                                                                                                José Luis Navarro