Ilustres Desconocidas (2)

 

Paz Calzado

 

Paz Calzado fue una extraordinaria artista, una mujer generosa No se perdía ni un beneficio para sus compañeros, una bailarina imaginativa, polifacética, valiente, con una gracia natural para seducir a sus públicos “pizpireta” le llegaron a llamar y con unas dotes poco corrientes para cuanto estuviese relacionado con las tablas teatrales: bailaba, cantaba y se acompañaba a la guitarra. Triunfó en el mundo de las Variedades, un género indefinido en el todo cabía. No era propiamente una bailaora flamenca, pero algo tendría cuando Amalia Molina dijo que tenía la «esensia der framenco» (Eco Artístico, 25.06.1914).

Paz nace en Madrid hacia 1892. Desde  bien chica vive relacionada con el mundo de la escena. Era hija de Benito Calzado Aguirre (Orellana, Badajoz, 1855-Madrid, 1926), el popular y en ocasiones violento “Padre Benito”, funcionario del Ayuntamiento en el negociado de Intervención y Cancelación de Deuda y a la vez “jefe de claque” de los principales teatros madrileños (Zarzuela, Eslava, Eldorado, Price, Apolo, Cómico, Latina, Rey Alfonso, Reina Victoria, Fuencarral)[1].

Primeros pasos

Pacita así la suele llamar más de un plumilla se sube a un escenario con apenas 15 años. Lo hace en el Teatro de la Zarzuela[2] y la prensa la llama desde el primer momento “estrella coreográfica”, al tiempo que la colma de elogios:

“Paz Calzado no es un seguro porvenir en el arte del baile. Es ya una brillante realidad”. (El Liberal, 14.05.1907)[3]


El Arte del Teatro, 15.11.1907

“La primera bailarina Paz Calzado fue objeto de una ruidosa ovación por su agilidad y gracia extraordinaria”.  (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 11.07.1907)

“Paz Calzado, notabilísima y original bailarina internacional que estuvo bailando, bailando hasta que el cansancio la rindió y aún el público la seguía aplaudiendo. Paz Calzado, que ya es una notable bailarina, llegará a ocupar –tiene la suerte de ser una niña casi—un primer puesto entre las notables bailarinas europeas y poco hemos de vivir si no la vemos figurando de premier etoile muy pronto”. (El País, 30.9.07)

“una consumada maestra” (El Arte del Teatro, 15.11.07)

“¡Cuántas artistas quisieran tener en la cabeza la mitad del talento que tiene Paz Calzado en los pies!” (El Liberal, 25.01.08)

“reina de las bailarinas españolas” (El Liberal, 9.02.08)

“la incomparable reina de los bailes nacionales”. (El Heraldo de Madrid, 5.04.08)

Pacita no es solamente una bailarina consumada, una de nuestras primeras bailarinas, sino una tiple cómica con facultades sobradísimas para ocupar, como ocupará muy pronto, el puesto que por sus condiciones artísticas merece la joven tiple. (…) ¡Como que la chiquilla tiene la gracia por arrobas! (El País, 14.12.08)

Justificadísimo está el título de «Reina de los bailes nacionales», pues en este género no hay artista que la aventaje; en todo cuanto ejecuta pone tal arte, gracia, intención y agilidad, que el público queda subyugado ante ella y al terminar rompe en una salva de aplausos» (El País, 4.07.1909)

Paz canta, baila, toca la guitarra e interpreta cualquier tipo de personaje dramático[1], aunque su especialidad son los llamados “bailes españoles”. En sus dos primeros años sobre las tablas se mencionan “un can can por todo lo alto (La Época, 14.5.1907), farruca y garrotín (La correspondencia de España, 30.09.1907), un “caricaturesco tango” (La Época, 16.10.1907), “un descoyuntado tango” (La Época, 3.06.1908)[2], “una jota aragonesa (bailada, no á estilo baturro, sino AFRANCESADA” (El Globo, 29.01.08), “unas seguidillas navarras”, (El Arte del Teatro, 1.04.1908) y la «Giga americana» (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 21.07.08).

Eran además estilos a los que, unas veces en serio y otras en broma, les daba toques flamencos: “caricaturizó con gracejo el baile flamenco” decía El Imparcial (16.10.1907).

Paz Calzado sale a provincias

Primero la vemos anunciada en Lisboa:

Con asombroso éxito ha debutado en el Coliseo de los Recreos, nuestra linda compatriota Pacita Calzado, única rival de La Imperio, como lo anuncian los programas y una de nuestras tiples cómicas más picaresca, de más gracia y de más porvenir. La prensa agota los adjetivos encomiásticos con nuestra artista y el público llena todas las noches el teatro rindiendo con sus aplausos justo homenaje á las revelantes condiciones artísticas de Paz Calzado. (El País, 22.08.1908)

Y después nos llegan noticias de su paso por Murcia:

Esta monísima y notable bailarina está actuando con un éxito enorme en Murcia. La reina de los bailes nacionales la llama el periódico de Cartagena «Literatura y Arte». Y en verdad que está en lo cierto. (El País, 16.11.1908)

Una gira que resume así El País (14.12.1908):

En provincias, de donde ha regresado llamada por la empresa de la Zarzuela, ha triunfado brillantemente Pacita Calzado, consolidando la envidiable reputación hecha en Madrid.

De regreso a Madrid, siguen los piropos de toda la prensa:

Paz Calzado merece párrafo aparte. Es hoy sin disputa la mejor bailarina que tenemos. (El País, 15.05.1909)

Esta encantadora Paz baila, en verdad, deliciosamente. (Nuevo mundo, 27.05.1909)

Paz Calzado, quien lució ayer además de su gracia, habilidades de cantante que acaso desconociera el público de la Zarzuela. (El País, 16.06.1909)

La gentil artista fue saludada al presentarse en escena con una estruendosa salva de aplausos, viéndose obligada á repetir cuantos bailes ejercitó a instancias del numerosísimo público que llenaba el amplio local. (El Heraldo de Madrid, 3.07.1909)

Alabanzas que se combinan con unos curiosos comentarios que hablan de “baile de demonios verdaderamente infernal” (El Globo, 1.01.1909) y de “una danza infernal”. (El Liberal, 1.01.1909)

Después vimos una cosa que, según el cartel, se llama Los tugurios de Londres. Es un baile breve y enérgico. Se reduce a una paliza que la creadora de la danza en cuestión, señorita Lulú D'ally'x, le da a la señorita Paz Calzado. (La Correspondencia de España, 23.06.1909)

París y Europa…

A finales de 1909 Paz es una estrella codiciada por los teatros europeos más importantes. El primero que se hace con sus bailes es el Olimpia parisino. Esto contó la prensa:

OLYMPIA.—La grande revue de L’Olimpia ha sido en esta temporada el mayor éxito de París. Bien es verdad que está presentada con lujo extraordinario (el ponerla en escena ha costado 150.000 francos) y que en ella toman parte un verdadero batallón de mujeres bonitas. Tiene 27 cuadros y dura tres horas. La letra es muy entretenida, la música preciosa y los bailables son sencillamente admirables. En ella ha debutado, con extraordinario éxito, la diminuta bailarina española Rosarito Calzado. Entre las atracciones figura Paz Calzado, la notabilísima bailarina española, que ha obtenido un éxito enorme. (Eco Artístico, 15.11.1909)

Luego, junto a su hermana Rosarito, empezaría a recorrer Europa. Tenemos noticias de su paso por Varsovia (1910), Nuremberg (1911), Montecarlo y, Niza (1912).


6,03.1912

En Polonia las dos jovencitas se tropezaron con la Ley de Menores:

Actualmente en Varsovia se observa con rigor la ley de menores de diez y ocho años para el trabajo en público. Paz Calzado y Rosarito, artistas españolas […], fueron las víctimas de esta ley. (Eco Artístico, 25.09.1910)

Y en febrero de 1912 de vuelta a casa y durante ese año y el siguiente una apretada gira por los principales teatros españoles. Una gira que gracias a las noticias que va aportando la prensa, podemos reconstruir con algún detalle. Comienza en la capital, en el familiar Salón Madrid, y actúa en los Jardines del Buen Retiro, el Magic Park y el Recreo Paraíso. Después se asoma a Alicante (Salón Sport), Palma de Mallorca (Teatro Lírico), Valencia (Teatro Eslava) y Barcelona (Gran Edén Concert y Gran Peña).

Unas actuaciones que permiten a la prensa dejar constancia de cuanto de novedad tenía su repertorio artístico. Así, leemos en el Eco Artístico (1.02.1912):

Calzado es en este saloncito [Salón Madrid] la premier etoite. Bien bailaba cuando marchó a conquistar oro y laurel por tierras de Europa. Ha vuelto y es única en su género. Triunfará en toda la Península y logrará éxitos inmensos en América. ¡Bravo, Pacita!

La Correspondencia de España (29.02.1912) compara la Pacita que se marchó, “Era aquello un delirio de tangos, garrotines y demás exquisiteces flamencas” y la que ha vuelto:

Paz Calzado, a su vuelta del extranjero, ha ganado en finura, sin perder en agilidad. Baila con arte y donosura todos los bailes españoles, con un sello especial de teatralidad y cosmopolitismo que no les priva del menor encanto. Viene, en fin, más experta como artista y siempre muy atrayente como mujer garbosa.

Y otro tanto hacen La Época (1.03.1912):

Al volver ahora a España, el éxito de la notable bailarina aumenta extraordinariamente. Ha perfeccionado su trabajo coreográfico; ha mejorado su presentación con elegantes toilettes, y con estos elementos, su arte castizo y su gracia picaresca, alcanza todos los días un merecido triunfo.

Y el Eco Artístico (5.03.1912):

Paz Calzado ha avalorado notablemente su repertorio de bailes, que sabe interpretarlos con arte exquisito, quitándole todo movimiento exagerado y ridículo que tienda a achabacanarlos.


Unos días después esta misma revista resume en dos palabras todo este cambió (25.06.1912):

Paz Calzado […] viene del extranjero hecha una artistaza.

Y con respecto a las novedades de su repertorio, esto es lo que recoge la prensa:

Noches pasadas estrenó un lindo pasodoble titulado “Vicente Pastor”, y Pacita, que lo cantó con delicadeza y extremado gusto, escuchó una ovación calurosa. (Eco Artístico, 15.04.1912)


La Ilustración Financiera, 22.07.1913

la estrella mundial Paz Calzado, tan aplaudida cuando canta un cuplet francés como cuando entona una canción española, y tan admirable cuando baila una jota ó unos boleros, como cuando interpreta una danza moscovita. (La Correspondencia de España, 30.06.1913)

[Paz] estrenará un original bailable de su creación, que titula “La rendición de Granada”. Según el decir de los afortunados que han tenido ocasión de presenciar los ensayos, es una filigrana coreográfica. (El País, 21.07.1913)

a su regreso, además de haber aumentado su repertorio con números nuevos, nos encontramos con la novedad de cantar también couplets con mucha gracia. Paz Calzado es de una flexibilidad extraordinaria y el cansancio parece no conocerlo. Ante las continuas ovaciones de los públicos repite danzas y más danzas, si una bien, otra mejor. (Eco Artístico, 25.08.1913)

Paz Calzado domina los bailes de todos los países como pocas; a su interpretación sabe dar un sello de maestría y distinción que cautiva. Por si esto no fuera bastante, canta con mucho gusto varios couplets. Es, en suma, Paz Calzado una artista completa, y así se explica le acompañe el éxito por doquier. (Eco Artístico, 25.10.1913)

La prensa se ocupa asimismo y se deshace en elogios de la que acompaña a Paz en todas estas actuaciones, su hermana, la pequeña Rosarita. Esto es algo de lo que se podía leer de ella:

En cuanto á Rosalita, la menor de las hermanas Calzado, tiene la más simpática desenvoltura. Cantó un cuplé, una cansonetta y una copla, imitó á la Tortajada y danzó airosamente. (La Correspondencia de España, 29.02.1912)

Acompaña á Paz Calzado su hermana, Rosalita: una chiquilla monísima, que baila con arte y canta con exquisita gracia. Rosalita es una deliciosa cupletista, que canta en francés, italiano y español, obteniendo un éxito completo. La caricatura que hace de la Tortajada es deliciosa y agrada mucho al público; en el cuplé de Mayol “Las manos de la mujer”, revela también Rosalita Calzado que tiene una facultad de asimilación asombrosa, que le proporcionará muchos triunfos en su carrera artística. Al teatro de Apolo concurre á diario numeroso público para aplaudir el trabajo de las señoritas Calzado. (La Época, 1.03.1912)


El Duende, 18.01.1914

Rosalita Calzado es una deliciosa criatura que juguetea con su voz, al cantar couplets madrileños, (canciones napolitanas é imitando a la Tortajada con gracia inimitable. En el cuplé «Las manos de la mujer» estuvo encantadora. (Eco Artístico, 5.03.1912)

Rosalito Calzado, la picaresca; coupletista, cuyos éxitos en este Concierto son interminables. (Eco Artístico, 15.12.1913) 

Un pretendido rapto

En 1914 tienen lugar unos extraños lances que ocuparían día sí y día también a la prensa madrileña y catalana. Se trata del pretendido rapto de las hermanas Calzado. Esto es lo más significativo y detallado que se publicó:

Se confirma el rapto. Lo que dice el padre.

La noticia que recogimos ayer sobre el rapto de las populares bailarinas Rosarito y Paz Calzado ha sido confirmada por el padre de las artistas, muy conocido en Madrid, con quien sostuvo la siguiente interviú un redactor del Heraldo.

……………………………………………………………………………………………………….........

Ya comprenderá usted -nos dijo cuando le descubrimos- cuánto tiene de desagradable este asunto para mí y por eso me he negado a cuantos requerimientos para que hablase de él se me han hecho.

Pero usted debe comprender que en estos casos no es lo mejor el silencio. Acaso hablando se contribuya á descubrir la verdad.

Es que yo apenas sé nada de este doloroso suceso. Yo creo mis niñas han sido raptadas por explotar su trabajo de artistas.

ꟷ ¿Por quién y cómo?

Para mí, el alma de todo esto ha sido la dama de compañía de Paz, una pensionista llamada María Soto que llamamos para que la acompañara, a mediados de Mayo último. Mire usted todo lo que yo sé. Esta primavera estaban mis dos hijas trabajando en Budapest. Paz se puso enferma y como á los ocho días no recobrara la salud rescindieron el contrato; yo mandé á Paz que viniese a Madrid, y Rosarito, con su madre se fue a Roma a ver a su hermana, mi hija mayor, que vive allí con el conde Celli.

ꟷ Paz, como usted recordará, estuvo en Madrid este verano, pasó luego unos días en San Sebastián, y, ya repuesta del todo, realizó una “tournée” por provincias, trabajando en Alicante, Valencia y Palma, llegando a fines de Noviembre á Barcelona donde estaba contratada en el teatro Cómico.  Mas el Cómico estaba cerrado, y entonces Paz, sugestionada, sin duda alguna, por la Soto, aceptó un contrato en el Eden Concert.

Poco después llegaba á la capital de Cataluña Rosarito, que debutó el 22.

El día 11 de Diciembre concluyeron su trabajo en Barcelona. El 13 debían debutar en Alicante; pero ese día desaparecieron de casa, enviando una carta a la mujer que iba con mis hijas diciéndole que se viniese a Madrid, que ellas se iban a América y que ya la escribirían.

ꟷ ¿Y a usted, no le escribieron nada?

ꟷ No. Yo había recibido el día 12 de Diciembre una postal de Paz en que esta aparecía tocando una guitarra, que sabe usted que sabe usted que lo hace muy bien. Me decía: “Me han hecho estas postales para venderlas. Ya te enviaré más..." Y hasta ahora. Mi mujer me llamó a una conferencia telefónica y me dio la noticia. Yo le ordené que diese parte á Millán Astray y le telefoneé también. Nombramos abogado y procurador y presentamos al Juzgado una querella por rapto. El abogado se llama Iglesias. No recuerdo el nombre.

ꟷ ¿Emiliano o Dalmacio?

ꟷ No sé.

 ¿Y no sospecha usted?

Si. Tengo la seguridad de que las han raptado para explotar su trabajo, y la Soto ha sido cómplice ó instigadora porque ha desaparecido con ellas.

 -¿Había disgustos entre ustedes?

Nunca. Ninguno.

Yo, todo el mundo lo sabe, quiero a mis hijas con delirio, y su madre lo mismo. Nosotros no hemos recibido jamás un céntimo de lo que ganaban. Al contrario, como yo, usted lo sabe y todo el mundo, gano, gracias a Dios, bastante, les daba cuanto me pedían. Si pedían la luna, la luna para mis hijas.

ꟷ ¿Tenían ahorros?

En el teatro, siendo honradas, no es posible hacer ahorros de consideración, y de mis hijas nunca nadie ha tenido que decir nada. Esto es bien público. Yo calculo que a lo sumo, Paz tendría ahora unas cuatro mil pesetas. Rosarito, como había trabajado menos, pues hasta el 22 de Noviembre no empezó, debía de tener poco dinero.

ꟷ ¿Y los novios?

Nunca supimos que tuvieran ninguno. Las han raptado para explotar su trabajo de artistas, créame usted; si no ¿se hubiesen llevado a las dos?

ꟷ ¿Usted no ha ido a Barcelona?

Yo no pude ir porque, como usted sabe, soy empleado municipal y este alcalde es muy rígido. Además, mi mujer ha hecho cuanto hay que hacer. A petición mía pidió á la Policía que telegrafiase á todos los puertos, y en ninguno han embarcado, según las noticias del inspector Sr. Carbonell, que es el que lleva el asunto. Hace cuatro días me escribió mi mujer que el Juzgado iba á practicar al siguiente una diligencia en un pueblo cercano a Barcelona, que no dio resultado y anteayer nos telefoneó que habían preso al raptor, quien, por lo visto, niega porque todavía no sabemos el paradero de las chicas.

ꟷ ¿Y usted ha hecho gestiones aquí?

Yo he logrado dar con el paradero del habilitado de María Soto, el cual asegura que ignora el paradero de ella, que por esta razón tiene en su poder las pagas, que no ha podido enviarla; pero yo creo que él lo sabe. El día 12 de Diciembre se presentó en mi casa un criado de este señor con una carta de la Soto, en la que me decía que entregara aI dador un saquito de mano de ella que había en mi casa y que contenía unos papeles que precisaba para cobrar la paga.

Yo no sé qué serían aquellos papeles. Cuando visité al habilitado de María Soto, que vive en la calle de la Salud, este señor me dijo que recibió una carta de ella en la que lo decía que salía para Bélgica y que le avisaría el punto adonde habría de enviarle las pagas.

¿Quién es esa María Soto?

Es bija de un magistrado y una mujer muy instruida y con pujos de escritora. Al menos tiene buena letra y escribe con ortografía. Calleja tuvo un libro de ella para ponerle música.

Esto es cuanto yo sé .

(La Mañana, 7.01.1914) 

¿Rapto de artistas?

LAS HERMANAS CALZADO.

El Día Gráfico, de Barcelona, dice que el comisario de Vigilancia Sr. Carbonell ha detenido, y puesto a disposición del Juzgado de instrucción del distrito de Atarazanas, al editor D. Enrique Carlos Blasí; al que se acusa como autor del rapto de las afamadas bailarinas Rosario y Paz Calzado. Benito Calzado, padre de las citadas bailarinas, ha dicho que se hallaban en Barcelona, acompañadas de su madre y de una señora de compañía, llamada María Soto, pensionista, y que debieron debutar en Alicante hace ocho días. La señora de Calzado recibió una carta de sus hijas, en la que éstas le participaban que salían de Barcelona para América, ventajosamente contratadas, y acompañadas de Dª. María. En vista del contenido de tal carta, puso el hecho en conocimiento de la autoridad, que ordenó la detención del citado editor. La madre de Paz y Rosario Calzado, para que la represente en la acción judicial, ha designado al letrado catalán Sr. Iglesias. El apoderado por cuyo conducto recibía doña María Soto la pensión, ha manifestado que dicha señora hace dos meses que no ha ido a cobrar sus haberes. (La Época, 7.01.1914)

Las hermanas Rosario y Paz Calzado han sido raptadas en Barcelona, cosa que no nos sorprende, porque siempre hemos creído que estas artistas, por lo agraciadas, eran apetecibles para un rapto. Lo extraño es que se hayan llevado a las dos. Aunque si bien se mira, tratándose de Calzado, es lógico que se lleven un par. Las malas lenguas dicen que todo ello ha sido cosa de su padre, que no sabe cómo hacerles el reclamo a las niñas; pero nosotros, que esperamos verlas trabajar muy pronto en cualquier salón, no creemos semejante cosa. (El Duende, 11.01.1914) 

Del Edén a la cárcel

Del escenario al convento

Tiene esta historia un abolengo bien castizo, y de tal manera aparece en ella esta nuestra raza española pintoresca y picaresca, que el lector ducho en letras no dudará hubiera podido ser narrada en trovas de don Juan Ruiz de Hita o en prosa de don Fernando de Rojas. Pasan por ella el eterno doncel enamorado y manirroto, la doncella doliente, Celestina y el Crispín eterno. Y para que nada falte, la virtud triunfa y solución muy siglo XVIII, la damita que anduvo en lenguas, reza ahora en un convento por los pecados del mundo.

Prologuillo

Las hermanas Calzado, que habían llevado por Europa triunfantes las danzas españolas, desaparecieron de Barcelona a mediados de Diciembre. Los periódicos barceloneses se limitaron a dar la noticia en el recato de una gacetilla, mas los madrileños, de la gacetilla hicieron artículo, y no hubo rotativo que no pusiese el nombre de las Calzado sobre una columna, ni hoja ilustrada que no ofreciese las siluetas retrecheras de las bellezas fugitivas. Pero el padre—un padre popular en Madrid—no se explicaba el suceso.

—¿Dónde fueron sus hijas?

—No lo sé.

—¿Quién fue el raptor?

— Lo ignoro. Tal vez alguien que quiere explotar su arte.

Desde Barcelona nadie rompió el enigma, y así la desaparición se hizo misterio, y el misterio obsesión. La noticia de que las hermanas Calzado iban acompañadas por una amiga, especie de señora de compañía llamada María Soto, mujer de alma enérgica y literaria, acentuó la complejidad. ¿A dónde partieron las tres gracias andariegas? ¿Qué Barba Azul, pródigo y temerario, las arrastraba por los caminos del mundo? ¿Qué dolores o qué ansias de soledades libertinas arrancaron de los quietos «foyers» barceloneses a la extraña trinidad femenina y al don Juan tentacular?

Muda la prensa, silencioso el telégrafo, callado como un trapense el padre, sentimos la inquietud de lo oculto. ¿El raptor no estaba preso? ¿Por qué, pues, no se le interrogaba? ¿La madre de las artistas no vivía en Barcelona, donde había presentado su demanda de rapto? ¿Qué impedía un diálogo concreto, aclaratorio, con ella? Decidimos hacer lo que nadie había hecho: interrogar al raptor y a la madre. Por algo actuamos de Duende, y si el licenciado Torralva, a un tiempo presenció el saqueo de Roma y la vida de su ciudad castellana, bien podíamos nosotros, brujos como él, corretear a un tiempo por la villa de los reyes y por la ciudad de los condes.

Hablando con el raptor

La cárcel de Barcelona no tiene nada de imponente, semejando más un cuartel que una ergástula. Delante de ella hay un merendero. Se puede, pues, a la puerta misma de la cárcel, hacer una libación saludando al sol o despidiéndose de él. Un empleado, atentísimo, nos saluda.

—¿Podríamos ver á don Carlos Blasi?

—¿El acusado por rapto de las hermanas Calzado?

— Sí, señor.

Pasamos un patio, un corredor, ascendemos por una escalera decorosa y enfrontamos los locutorios. El empleado—muy inteligente por cierto—hace la presentación.

—El señor Blasi...

Vemos un muchacho treintainón. Traje gris «crebillé», guantes, pelo negrísimo y rasurada la cara. Parece que sale a hacernos los honores de la casa, como si fuera un joven catedrático que se encontrase en la cárcel entregado a estudios antropométricos. Habla con deje argentino.

—Es una infamia lo que se hace conmigo.

—No apelemos a los vocablos fuertes. Un error judicial, ¿verdad?

—Pero si las hermanas Calzado se hallan en el extranjero y usted aquí, ¿por qué le acusan de rapto?

—Por ser caballero... Yo cenaba con ellas muchas noches, acabado el concierto en el Edén. No regateaba nada, ni obsequios, ni cenas, ni champagne.

—¿Asistía a las cenas la madre?

—Sí, casi siempre.

—Mi automóvil era el suyo. Cenábamos, bailábamos, dábamos paseos, y con frecuencia hice de acompañante hasta la misma puerta de su casa.

—¿No entró usted en ella de noche en algún epílogo galante?

—Nunca. No he tenido con Paz Calzado intimidades que no sean las amistosas. Sentía por ella afecto, el de un hombre por una muchacha bonita o inteligente, que además era desgraciada.

—¿Por qué desgraciada?

—Por la familia, por la madre, que mandaba tiránicamente en su vida. Más de una vez la vi señales de escenas caseras que ponían en ella el deseo de huir muy lejos, donde hallar, después del trabajo, la recogida paz de una casa. Y por eso acordaron las dos hermanas poner término a lo que creían su martirio. Un día me dijeron: «Nos vamos. ¿Quiere usted acompañarnos?» Les hice de caballero, las acompañé hasta Marsella, regresé a Barcelona y...

—¿Halló a su vuelta la acusación de rapto?

—Sí, supe que me acusaban de raptor, y me presenté a las autoridades.

—Pero, ¿no le detuvieron?

—No, me presentó yo. Solicité arreglar unos asuntos y el inspector Carbonell me impuso la detención, sin duda para hacer de mi espontaneidad un servicio. Me resigné... Afortunadamente había previamente sacado mi dinero del Banco y puesto en seguro mi automóvil. Así dispuesto, ¡a la cárcel!...

—¿Y el juez?

—Severo, severísimo... No quiso fianza. Mientras no se presenten Paz y Rosario, nada que favorezca mi situación. Y si no aparecen, ¡dos cadenas perpetuas! El Código lo ordena; porque les advierto que el articulado penal dedicado al amor ya me lo sé de memoria.

—Y la madre, ¿qué abogado tiene?

—El señor don Emiliano Iglesias, ex diputado a Cortes.

—¿Emiliano Iglesias?

—Sí, señores, sí. El señor Iglesias, amigo mío; el señor Iglesias, que me ha hecho reconocer en rueda de presos; el señor Iglesias, a quien, acabada la rueda, dije: «Sin duda se venga usted de las partidas de carambolas que tantas veces le he ganado.»

—Y él, ¿qué respondió?

— «Cumplo un deber profesional».

Yo repliqué: «Sí, pero un hombre de su posición política y de su bufete no debe recoger ciertos asuntos».

—Pero el señor Iglesias—objetamos—quizás recogió este asunto como uno de tantos. El señor Blasi, enérgicamente:

—No, no. Esa denuncia de rapto fue presentada por el abogado y catedrático don Joaquín Duelde. Como redactada por un abogado de su talla estaba magníficamente hecha. El señor juez, al presentársele la denuncia, exigió un poder de parte del padre y marido, y cuando este poder llegó fue con la orden de que la causa se diera a don Emiliano Iglesias. El señor Duelde, que pensaba dejar el asunto, le advirtió que lo veía muy poco diáfano. El señor Iglesias no atendió esta advertencia y siguió sus trámites la denuncia y entré en la cárcel y fui al gabinete antropométrico y formé en rueda de presos, y aquí me tienen ustedes. Nadie podrá negar la igualdad ante la Ley en España. Yo, argentino; yo, con cuenta corriente en el Crédito Lyonés; yo, con auto y decoro social, ¡á rueda de presos! El señor Iglesias ha cumplido una vez más con sus deberes de revolucionario.

—Pero todo esto resulta un poquito duro.

—Muy duro; como estos barrotes. Y puedo apelar desde mis amigos de holgorios, los «lyons», aristocráticos de la ciudad, hasta mi ministro plenipotenciario, y no lo hago. Quiero salir de aquí por mi sola fuerza y la de mi conciencia.

—Pero, ¿no tendrá todo esto una solución amistosa?

Jugueteando con los guantes, y entonadas palabras de salón, nos respondió:

— Señores, extraoficialmente he recibido proposiciones de arreglo, pero por primera vez en mi vida no he querido ser generoso...

—Una última pregunta. El alma de ese embrollo, ¿cree usted que es?...

—La madre, exclusivamente. El padre tengo entendido que no se lleva muy bien con su señora. 

Lo que dice la mamá

—Barbará, 16.

Dar esta dirección a un cochero barcelonés tiene toda la significación de un guiño de ojos. Barbará, 16, casa de huéspedes internacional, donde se guisan todas las cocinas y se habla y se ama en todas las lenguas, no es precisamente una posada del amor, sino un falansterio de gentes que nos traen la alegría del mundo y vuelven a llevársela. Entramos en el comedor, espacioso. Luz encendida.

- ¿La señora madre de las hermanas Calzado?

—Soy una servidora.

—A los pies de usted. Venimos a pedirle noticias sobre la desaparición sensacional de sus hijas.

—¿Para qué periódico?

—Para EL DUENDE.

—Con mucho gusto. Como que si no llegan a venir ustedes les escribo yo. Y empezó a hablar doña Rosario Graiño, madre de las hermanas Calzado. Joven aún, da la impresión de mujer insensible y fuerte que va a lo que va y que en esta ocasión cree seguir un camino sin pérdida. Con doña Rosario Graiño por madre, una mujer puede llegar a reina. Si una de sus hijas se llamara Lola Montes ella sería capaz de hallar un nuevo Luis de Bavíera. Para evitar descripciones le pedimos un retrato, que nos negó:

—¿Es por modestia?

—No; es por precaución — contestó de una manera definitiva. Yo tengo del señor Blasi un excelente concepto. Siempre demostró por mis hijas una gran inclinación.

--¿Por cuál de ellas?

-Por las dos. Sus esplendideces no tenían tasa.

Y ¿no subió ninguna noche a su casa?

— Ninguna.

—La noche de la escapatoria, ¿salió usted con ellas?

—No; las acompañó Marcos Soto. Llegaron  las niñas del Edén Concert y me levanté para ayudarlas a desnudar como de costumbre, en compañía de María Soto, que hacía de doncella. A la mañana siguiente hallé las camas vacías y una carta...

—La carta de rigor.

—Sí, una carta en que me recomendaban silencio absoluto sobre su marcha, me dejaban dinero, me aconsejaban resignación y me decían que me fuese a Roma a vivir con mi otra hija, hoy condesa. Adjunté la carta a la noticia y tuve la suerte de dar con un juez de una severidad que me sorprendió a mí misma; de que el jefe de Policía, señor Millán Astray, se portase conmigo admirablemente; de que el delegado señor Carbonell me atendiese a maravilla, y de que mi abogado, el diputado a Cortes don Emiliano Iglesias, hiciese por mi causa todo lo que puede y sabe, que es mucho.

—¿Y el paradero de sus hijas?

— Lo ignoro. El señor Blasi lo oculta.

—¿Con qué fin?

— A punto fijo no lo sé. Para que no apareciendo, se decrete su libertad o tal vez para que no pueda comprobarse que una de ellas o las dos sufrieron en su honor.

—¿Las dos eran doncellas?

—Las dos —dijo la madre rotundamente.

—Y en caso de que hayan dejado de serlo, qué reivindicación exige?

—El matrimonio.

— Pero siendo uno solo el raptor y dos las raptadas, ¿cómo se las compondrá para casarse con las dos?

Quedó turulata doña Rosario. Después de unos segundos, dijo:

—Don Emiliano Iglesias, mi abogado, hallará la fórmula.

No sabíamos ya qué preguntar. Hicimos una pregunta banal que pusiese final a la plática.

—¿Y qué le parece a usted Barcelona?

—Mire usted, yo he viajado mucho, pero en ninguna parte he visto ese empeño que veo en Barcelona por parte de su juventud dorada.

—¿Qué empeño es ese?

—Pues el de quitar las primicias sin pagar los diezmos.

Se deshace el misterio de la trinidad

Como un regalo, un poco atrasadillo de los Reyes, el día 9 de Enero llegan a Barcelona, Paz y Rosario Calzado, junto con María Soto, la señora de compañía. Estaban en Génova, se enteraron de la prisión de su amigo Blasi, y venían a decir la verdad desnuda. Poco a poco se reúnen en el juzgado madre, hijas, los espíritus santos de la ley y los forenses. Y la declaración comienza:

— El señor Blasi no es más que nuestro protector caballeresco. Nos fuimos primero a Marsella, después a Genova, voluntariamente, por no poder resistir las tiranías maternales, y cuando nos hemos enterado de lo que pasaba, dejando contratas en Génova y en Roma, hemos venido a presentarnos. Señor juez, que nos metan en un asilo, en un convento, en un presidio, pero a casa no volvemos.

Don Emiliano Iglesias, acusador privado:

— Pido que los forenses hagan un reconocimiento.

—Sí, que nos reconozcan —gritó Rosario—; y se probará que mi hermana Paz, la supuesta raptada, es virgen.

—Virgen y mártir—respondió Paz.

Se lleva a cabo el reconocimiento, y resulta verdad lo afirmado por Rosario. El señor Iglesias solicita que el señor Blasi siga en la cárcel por rapto o por escándalo. El juez ordena la libertad inmediata del señor Blasi, y el señor Moncada, su defensor, se hace cargo inmediatamente del asunto de las señoritas Calzado, y en su nombre presenta una querella contra la madre.

Y así acaba la tragicomedia. El acusador privado, señor Iglesias, se transforma en abogado defensor; el abogado defensor del señor Blasi, en acusador de la madre; el rapto, en querella de la raptada; el señor Blasi— que dice se vengará de todos cumplidamente— , en fiscal, y Paz Calzado, dulce y gentilísima, reza en el convento del Divino Pastor por los pecados y por los pecadores. Doña Paz del alma mía...

Epílogo

Hemos recibido una carta, que transcribimos íntegra:

“Muy señor mío: Estuve hablando con un corresponsal de usted y le dije todo lo que me ha ocurrido con mis hijas, y el sábado fueron al Juzgado, presentadas con asombro de todo el mundo por el abogado del raptor, con la lección bien aprendida y sin separarse un momento de dichas muchachas, que después de las diligencias consabidas y a petición de mi abogado señor Emiliano Iglesias y en nombre del padre; porque sepa usted que me conoce, que yo en estos momentos no soy buena madre, todo porque no he aceptado ofrecimientos que dejaron dicho en una carta, y que yo, por la felicidad de mis hijas, soy capaz de desnudarme y vender mi ropa si fuera preciso, pero no sería capaz de vestirme nunca sin saber qué suerte las corre y qué las pasaba, pues jamás me he separado de ellas, de la mayor seis meses, de la pequeña jamás, y sobre todo soy madre de verdad, no de pandereta, pues jamás aceptaría no saber su paradero ni a cambio de millones.

A petición de mi abogado ingresaron en un convento el mismo sábado, que fueron llevadas en automóvil del raptor y acompañadas del abogado de dicho señor, y después del convento, en el mismo automóvil, fueron a poner en libertad al señor Enrique Carlos Blasi. Esto fue el sábado, como le digo. Hoy martes, del convento, sin notificación ni al señor Iglesias ni a mí, en vista que está el padre ausente, han sido depositadas donde el abogado ha querido, porque ellas no conocen dónde las han llevado; como usted verá, aquí se hace todo lo que se quiere cuando se trata de un buen cliente; no le choque que le diga cualquier día que cuando la causa suba a Fiscalía, es posible se pierda en el camino. Se me olvidaba decir que el abogado del dicho señor Carlos Blasi se llama Santiago Moncada Mercadal, Abogado fiscal de esta Audiencia. Nota. Usted me perdone esta indecente carta, no estoy; pero de esto usted hace lo que le parezca y pone lo que quiera, que yo le digo lo que pasa.

Un millón de gracias y usted mande a esta su afectísima, Rosario Greciño de Calzado.

(El Duende, 18.01.1914)

Fin de la traicomedia

Posiblemente como resultado del reconocimiento forense, el rapto terminó en boda y Rosarito y Carlos Blasi pasaron por la vicaría. Como era obligado lo contó también la prensa:

Dice un periódico que el editor de Barcelona D. Enrique Carlos Blassi ha dada al Sr. Calzado palabra de contraer matrimonio con su hija Rosalita, y que se están tramitando los naturales asuntos previos para la boda, que se efectuará en breve. En cuanto a la señorita Paz Calzado, su honorabilidad queda a salvo, según se ha demostrado en el proceso que se seguía. (La Época, 23.01.1914)

Y como en todo este embrollo uno de los asuntos relevantes del proceso era la edad de las dos hermanas, este fue un tema que interesó sobremanera a los diarios. La Actualidad le dedicó un extenso artículo.

La edad de las artistas

El incidente de las hermanas Calzado, felizmente terminado en boda, como las comedias del antiguo régimen, ha intrigado muchísimo al gran número de admiradores que las simpáticas artistas tienen en todas partes,

¿Qué es lo que intrigaba tanto a la gente? ¿El paradero de las hermanas, mientras no se ha sabido nada de él? ¿Las intenciones del presunto raptor? ¿Lo que dijera la madre? ¿El momentáneo encierro en un convento de las también momentáneas fugitivas?... Nada de eso: lo que a la gente ha traído loca, hasta que todo se ha puesto en claro, ha sido la edad de las artistas porque se oía hablar de la patria potestad, de la menor edad, de la buena fe infantil de las dos hermanas, y la gente se decía: ¡Cómo! Pero ¿es que esas chicas no han cumplido aún los veintitrés años? Un gesto de duda zumbona se dibujaba como respuesta en todos los semblantes. ¡Vamos, si se trataba de la eterna coquetería de todas las mujeres: el afán de quitarse años a que ninguna escapa, como si, con los años, se quitasen de encima unos cuantos desengaños. Sólo las reinas confiesan siempre su verdadera edad, y eso porque el público, ayudado por los periódicos oficiales, se encarga de llevarles escrupulosamente la cuenta desde el día en que nacieron.

Pero como las hermanas Calzado no son hasta ahora reinas más que del garrotín, nada tenía de extraño que incurriesen en ese pecadillo tan común a sus compañeras de sexo, como el de presumir de guapos es común a los miembros del sexo feo.

Ha sido necesario que intervenga el Juzgado, que salgan a la luz pública documentos de testimonio irrecusable, para que la gente acepte la verdad: si, las hermanas Calzado no han cumplido aún los veintitrés años, a pesar de la incredulidad pública.

Y es que el público de Madrid, por ejemplo, hace memoria y se dice:

— Veamos: Paz Calzado, es aquella graciosísima bailarina que en el Teatro de la Zarzuela mantuvo más de trescientas noches en el cartel una revista anodina, sólo con salir a bailar un garrotín al final de la obra...

— llamémosle obra.

— Es la misma que luego, tras de una excursión de Rosario Guerrero, se dedicó a parodiarla con tan gran éxito, que al público le gustaba tanto la parodia como lo parodiado. De todo ello ha hecho ya seis an ños: ¿y es que la artista que hacía todas aquellas cosas no había cumplido aún los diez y siete años?

No los había cumplido, ni los quince tampoco.

En esto de la edad, los artistas precoces llevan en el pecado la penitencia. Cuando Pepito Arrióla cumpla los veintiocho años, todos empezaremos a decir que está viejo y que debe quitarse de en medio para dejar paso a los artistas jóvenes.

— ¡Ya ve usted¡— diremos.— Lleva veintiún años haciendo música: ya es hora de que se jubile.

Y es que en esto de la edad de las personas que viven del público, se comete generalmente un lamentable error: miramos nada más que el tiempo que ha pasado por nosotros, y al ver a una tiple que nos hizo concebir ensueños más o menos arbitrarios cuando estudiábamos el último año de la carrera, no podemos reprimir una exclamación de asombro;

— ¡Pero si esta mujer debe de tener nietos! Si aún era yo estudiante cuando la oí por primera vez.

Sin tener en cuenta que en estos tiempos de huelgas escolares y de excepticismo juvenil, hay quien ha dejado de ser estudiante a los cuarenta años. Los años pasan, no cabe duda: pero, para que pase uno, hace falta que transcurran doce meses, y no basta con nuestro propio aburrimiento, que va más de prisa que los años. Joaquín Belda (La Actualidad, 31.01.1914)

Pero, retirada de las candilejas Rosarita, la vida artística de Paz siguió y con ella los continuos triunfos. Primero en el Royal Concert barcelonés, luego en Sabadell (Cine Campos), Alicante (Cine Sport), Barcelona (El Alcázar), San Sebastián (Teatro Principal), La Coruña (Pabellón Lino y Teatro-Circo Emilia Pardo Bazán), Bilbao (Teatro Arriaga y Salón Vizcaya), Melilla, (Salón Imperial) y vuelta a Barcelona (Gran Salón Doré y Alcázar Español).



Eco Artístico, 5.11.1914

 

Esto es lo más interesante que dijeron los periódicos:

ROYAL CONCERT.—No valdría la pena de ocuparse de este teatro, en el que figuran números de poco relieve, si no hubiera debutado la verdadera estrella del arte coreográfico español Paz Calzado, cuyo nombre es harto famoso para que tengamos que detenernos en poner de nuevo los méritos de tan notable artista. (Revista de Variedades, 30.03.1914)

ROYAL CONCERT. — Paz Calzado, demostrándonos una vez más que es una bailarina magistral y sin rival en España; interpreta toda clase de danzas nacionales y extranjeras con un arte y un fuego que verdaderamente no se puede pedir más. Por esta razón, no es de extrañar que este modesto local se vea atestado de público, que tributa las más ruidosas manifestaciones de simpatía a la genial bailarina española. (Revista de Variedades, 10.04.1914) 

Paz Calzado en Barcelona

Lector, aquí tienes a Paz Calzado; ¿la conoces? ¡Cómo no! Es una de nuestras primeras coreográficas, una artista de neto españolismo, que ha sabido llevar más allá de las fronteras el baile español, que envuelta en un pañolón de largos flecos y haciendo cantar alegrías a las castañuelas con sus diminutos dedos ha sembrado la emoción de lo bello en corazones extranjeros, que han vitoreado a «L'Espagne» y a la artista clásica; es la artista que hace poco tiempo fue la comidilla de varios días en tertulias, camerinos y en cuantos sitios se reunía gente de teatro, a propósito de una supuesta fuga, que resultó ser uno de los muchos cuentos de hadas con que nos dormíamos en la niñez mientras nos los contaban nuestras abuelitas. Los que conocemos a Paz Calzado no pudimos creer nunca semejante fábula, porque es juiciosa y sabe andar por el mundo; no es como otras, que irse de juerga y volver completamente ebrias de la orgía es su plato cotidiano; si bien tiene en cambio Pacita un concepto muy alto de la dignidad femenil, por el cual no hace mucho tiempo dio de bofetadas en plena calle a un desvergonzado Tenorio que creyó ver en esta artista una mujer accesible.

Cuando llegó a Barcelona a trabajar en el Edén Concert, que estaba desacreditado hasta el punto de no ir nadie, inicióse un movimiento de expectación por ver a la artista casi desconocida en ésta, expectación que no defraudó el debut de la inteligente bailarina, que con su arte llenó el elegante Salón por espacio de algún tiempo de un público culto, que acudía a ver a una de las primeras bailarinas.

Poco después ha debutado en el Royal Concert, donde tras su trabajo personalísimo ha llevado un público selecto que admira las condiciones inmejorables que reúne para el baile esta mujer. Con su pañolón de Manila y su peina de concha hace Paz Calzado un paseo, armonizado con el repiqueteo de las castañuelas y los acordes del bonito pasodoble, que arranca grandes aplausos, aplausos que se convierten en ovación al finalizar el gitanísimo garrotín, propiamente del Albaicín, en el que ella pone toda su alma de artista; en ese garrotín en que dice cantando lo ocurrido en la rendición de Granada, porque Paz Calzado canta y canta, no como las denominadas reinas del couplet, pero sí mejor que algunas ex Menegildas que cobran una barbaridad de pesetas que no ganan; debido a esto, la artista de que os hablo es solicitada por las Empresas, por ser una aceptable coupletista y una excelentísima bailarina, aparte de ser joven, cualidad que, desgraciadamente para ellas, no vemos con mucha frecuencia.

El Royal Concert era antiguamente un cafetín indecente, llamado Café de Cádiz; hicieron en él grandes reformas y le bautizaron con el nombre que queda dicho, y empezó a tomar nombradía; las distinguidas «furcias» de tres pesetejas fueron substituidas por medianías a medida que iba ganando este Concert en calidad y cantidad; la Empresa fue presentando números de varietés dignos de verse, y poco a poco ha ido cambiando aquel público de blusa, que se estremecía al sentir el taponazo del Champagne, por otro más selecto; subieron los precios, y actualmente el Royal Concert ha quedado convertido en un elegante Concert. Como la calidad de la clientela requería artistas verdad, fue contratada Paz Calzado, y allí está la genial artista, a la que el público espera, sin impacientarse, su salida para deleitarse con el artístico trabajo de tan simpática artista, que hace olvidar por unos momentos las penas y sinsabores de esta picara vida con su trabajo clásico, limpio de chabacanerías y movimientos groseros.

Terminado el contrato, marchará a Alicante, donde, como todos los años, cumplirá su contrato obligatorio, por no avenirse los simpáticos hijos de la tierra del turrón y los dátiles a prescindir de su artista predilecta. ¿Dónde irá después? «Chi lo sa.» Paz Calzado es esperada por muchas Empresas, que a su paso la van contratando, convencidísimas del triunfo de la distinguida madrileña.

Y ahora, lector, voy a ser indiscreto, como es costumbre en los que estamos familiarizados con las cuartillas. Paz Calzado se casa, y se casa pronto; ¿con quién? ¡Ah, simpático lector!, eso es muy grave. (Eco Artístico, 5.05.1914)


Caras y caretas, 3.04.1915


Las Américas

En 1915 Paz da el salto y se planta en Buenos Aires. La noticia la dio en enero con toda la gracia del mundo el Eco Artístico (25.01.1915):

Sigue Paz Calzado en el Alcázar Español, manteniendo el aplauso en aumento; hablar del trabajo de Paz Calzado, contar a ustedes los éxitos de la graciosa bailarina, es como decirles que el día tiene veinticuatro horas. En Marzo embarca esta artista para Buenos Aires; en secreto me lo ha dicho y en secreto se lo cuento a ustedes.

Fue llegar y besar el santo. Así lo contó la revista argentina Caras y caretas (3.04.1915):

La rentrée de los brillantes debuts del Casino, ha tenido la más lisonjera iniciación con la aparición ante nuestro público de la insuperable estrella del bailo clásico español, personificada por la admirable artista de ese  género, Paz Calzado, conocida y aclamada desde hace tres años por los más selectos públicos de Londres, Petrogrado, París, Moscou, Roma, Viena, Budapest, Copenhague, Lucerna, Varsovia, Nuremberg y últimamente Barcelona.

Su debut, efectuado el  viernes de la semana anterior, llevó a la grandiosa sala del Casino un inmenso y selecto público que ratificó calurosa y entusiastamente la fama de que venía precedida. La elegante y agraciada figura de esta maravillosa inspirada del dios Terpsícore, la corrección de su estilo, sus gestos, sus ademanes graciosos, llenos de sobria expresión, sin incurrir en la chavacana manifestación de lúbricos o provocativos movimientos, tan usuales en estos géneros de baile, revelan en Paz Calzado una insuperable y artística intérprete, rebosante de gentileza y de ese donaire tan típico de los verdaderos bailes españoles.

Las reiteradas ovaciones que el público le otorgó tan expontánea como justicieramente y con especialidad en la ejecución del zapateado, acompañándose ella misma con la guitarra, se han repetido todas y cada una de las noches en que ha trabajado, agrandando las simpatías con que fue acogida la noche de su debut.

Paz Calzado es, además, una estrella del baile, que en estos momentos resulta doblemente simbólica, pues amén del esparcimiento que proporciona al espíritu del espectador, con su gentileza, con su salero fino y elegante, en estos momentos de general tribulación porque atravesamos chicos y grandes, sintetiza con su nombre la ansiada paz porque suspira el mundo entero, y así también para la empresa del Casino, que con ella inaugura sus grandes y triunfantes temporadas, es paz y gloria.

Pero el éxito duró muy poco, apenas un mes. A principios de mayo la noticia de su muerte saltaba a la prensa:

En Buenos Aires ha fallecido, víctima de rápida enfermedad, la gentil y notabilísima bailarina española Paz Calzado. Descanse en paz la malograda artista. (La Época, 9.05.1915)

Un cablegrama de Antonio Viérgol, que, como se sabe, se encuentra en Buenos Aires, ha anunciado la triste nueva. Paz Calzado, la admirable artista; la buena y simpática Pacita Calzado, ha muerto víctima de una rápida y terrible enfermedad.

La noticia, por lo inesperada, ha producido tanta sorpresa como dolor. Todavía anteayer se recibía carta suya, en la que escribía alegremente que su éxito en el Casino de la capital bonaerense había sido superior a sus esperanzas y que pensaba permanecer allí dos o tres meses en vista de la buena acogida de la prensa y del público.

En pleno triunfo, alejada de los suyos, se va la encantadora muchacha, toda inteligencia, sensibilidad artística y bondad de corazón. (La Mañana, 9.05.1915)




Luego se sucedió un rocambolesco y doloroso juego de desmentidos y afirmaciones, hasta que al final se impuso la triste nueva.

Paz Calzado resucita. Por una mala interpretación publicaron los periódicos hace dos días la noticia del fallecimiento en Buenos Aires de la aplaudida bailarina Paz Calzado. Afortunadamente, la gentil artista vive, y anteayer recibió un telegrama su padre, en el que se le decía que Paz se encuentra mejor y convenientemente asistida. (El Globo, 12.05.1915)

No es cierto, como se ha dicho, que haya muerto Paz Calzado; la gentil artista, mi buena amiga Pacita, está enferma, es cierto; pero en período de franca mejoría; los que nos honramos con la amistad de la buena Pacita estamos en el deber de desmentir el fatal rumor. Perdón por todo, amigo lector; me he levantado de la cama expresamente para escribir esta crónica después de dos días con fiebre. Ya sé que alguien dirá «¡Lástima no se haya muerto!» Pero, afortunadamente, no ha sido así.—J. Manzanares Nausa. (Eco Artístico, 15.05.1915)

Paz Calzado ¿ha muerto Paz Calzado?, la gentil artista que tanto nos deleitó con sus danzas en el teatro de Apolo y que tan brillante campaña estaba realizando en América, ha muerto. ¿Pero ha muerto de veras? ¿O no será la noticia otra equivocación lamentable? Porque hace días publicóse en todos los periódicos un cablegrama en el que se daba cuenta de tan triste suceso, y a poco una rectificación del mismo. Pero ahora se da de nuevo la noticia, según parece con grandes visos de verosimilitud.

Con esto, la familia de la desgraciada artista, habrá pasado, estará pasando unos días amargos y dichosos á la vez, llenos de intensas emociones contradictorias... Después del llanto y pesar de la primera noticia, vendría la alegría, el regocijo de la rectificación, con la cual, á pesar de todo, les quedaría a todos, la duda, la horrible y lacerante duda, de si sería verdad lo primero... Y cuando ya irían habituándose á ello, y olvidadizos de la fatalidad que les acechaba, acaso pensaran en abrazarla pronto para comprobar que seguía tan rica y tan hermosa como siempre, un cablegrama del empresario, dirigido al padre de la artista, al popular y bondadoso "padre Benito”, viene, según parece, a corroborar la trágica y amarga verdad primera, que no debió, por tardo, ser rectificada.

Sin embargo, refugiándose en una última y casi imposible probabilidad, los deudos y allegados de Paz Calzado, los que todavía quisiéramos verla volver de las Américas triunfante y risueña, más bella y más artista que nunca, aún soñamos, aún aguardamos otra rectificación que nos asegure de la existencia de tan admirable bailarina y que, además, nos anuncie su próximo regreso... Mas quizá ello no sea ya posible. Quizá sea verdad que la Parca –enamorada de su belleza y de su gracia—se haya llevado á Paz Calzado. Y quizá hayamos de resignarnos definitivamente a la amargura de no contarla más entre nosotros, de no gozar más de su arte, ni de su conversación. Bit-Poquitp. (El Globo, 18.05.1915).

Se ha confirmado, desgraciadamente, la noticia del fallecimiento de Paz Calzado, la notable bailarina que había llegado a ocupar un puesto preeminente en el género. En Buenos. Aires, alejada de sus afectos más íntimos y minada por terrible enfermedad, Paz Calzado ha rendido su tributo a la «Implacable», cuando en la plenitud de su edad la esperaban muchos y resonantes triunfos. A sus desconsolados padres enviamos nuestro más sentido pésame. (Eco Artístico, 5.06.1915)


Nuevo Mundo, 25.10.1929

Sin embargo, el recuerdo de Paz Calzado siguió vivo en la memoria de sus múltiples admiradores. En 1930 se podía leer en la revista Nuevo Mundo (28.03.1930):

Y no sería justo terminar esta reseña sin ofrendar un cariñoso recuerdo a tres artistas jóvenes y bellas, arrebatadas por la Muerte cuando habían alcanzado la perfección de su trabajo; Nati la Bilbainita, Paz Calzado y Carmelita Ferrer. Y a la sombra de todas estas simpáticas «estrellas» anteriormente mencionadas, vegetan un centenar de luceros de mayor o menor fulgor en el mundo varietinesco, que alcanzan sus consiguientes éxitos, unas veces merced a su repertorio de castañuelas y otras practicando el consabido «charleston».—CARLOS FORTUNY.

 

José Luis Navarro

 



[1] Trabajó también en el Monte de Piedad.

[2] Luego, actuaría, entre otros locales, en Lux Edén, el Salón Madrid y el Salón Nacional.

[3] Hemos actualizado la ortografía.

[4] Posiblemente su papel estelar fue el personaje de Conchita en La patria chica de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero con música de Ruperto Chapí. Después destacaría también en A.B.C. de Guillermo Perrín y Migul de Palacios con música del maestro Giménez

[5] La cita completa decía: “la pizpireta Paz Calzado, que bailó el descoyuntado tango de La Patria chica. Como cantaor de rango actuó Escacena, y como guitarrista el conocido Borrull”. Resulta también de interés en este sentido el comentario que a cuenta de estos bailes se hace en El Imparcial (13.12.08): También hubo aplausos de verdad para la ágil y graciosa Paz Calzado, a pesar del enrevesado y epiléptico baile que la hacen ejecutar, y que repitió”.