José Mercé (Jerez,
1955) y Antonio Orozco (Hospitalet, 1972) definen El Oripandó como una obra en la “hay atrevimiento, pero también mucha jondura.
Extensas composiciones de tono progresivo, baladas, antiguos cantes de fragua
dándose la mano con el rap, patrones electrónicos aproximándose al rock y
quejidos existenciales envueltos en orquesta sinfónica. Todo cabe en esta obra
audaz y emotiva, tachonada de colaboraciones rutilantes. Un álbum llamado a
sorprender incluso entre los parroquianos más devotos”.
Efectivamente, El oripandó, “El sol,
el amanecer de un nuevo día” en caló, es un concierto hecho a base de jirones
de vida, borbotones de sentimiento y raudales de sinceridad. Un concierto
grandioso. Una “obra” ꟷMercé se niega a llamarlo “disco”ꟷ que nace entre el pasado y el presente musical de los cantes
andaluces. Tiene el aroma de la fragua y el contexto melódico del rock y del rap. Escuchamos una
voz joven con ecos antiguos. Una voz poderosa y sutil envuelta en sonidos
actuales. Una voz herida que nos cuenta su vida.
El oripandó
es un disco que le debe mucho a su productor, Antonio Orozco, porque ha sabido identificarse
con el jerezano para encauzar musicalmente sentimientos y buscarles y ponerles
letras.
El concierto empezó con “Preludio a un
nuevo día”, una taranta que arranca con un curioso reclamo: “Dinero, cuanto más tiene más necesita”.
Sigue un recuerdo doloroso: “Jamás desaparece lo que nunca parte”, una bulería por
soleá que pone voz a la pérdida y la permanencia en su corazón de su hijo
Curro. Después, el martinete trianero “Cuando todo empieza” y esa confesión:
“Yo sigo siendo aquel quien era”. Luego, un tango-rumba con ecos de rap, “Tengo
cosas que contarte”, unas palabras de amor que siguen con “Cincuenta primaveras.
Si tú me lo pides, volvería a empezar”, dedicado a Mercedes, su mujer de toda
la vida, ꟷ”Yo nací casado” suele él
decirꟷ presente con él en el escenario. Siguió con “Caminante”, una bulería
cercana al rock, un grito de dolor, unos
versos tristes… “Camino de espinas”, “la vida no es vida”. Y para terminar, una
mirada a Cádiz con “Alegría”.
Mercé completó el concierto con “El
breve espacio en que no estás” del álbum Grandes
éxitos (2003), la malagueña del Mellizo, unas soleares de Triana y Alcalá y
unas seguiriyas y lo cerró con “Al alba” y “Aire” (2000) y la repetición de su
más sentido tema “Jamás desaparece lo que nunca parte”.
Contó con Alr Romero (piano, teclados
y dirección musical), Antonio Torres (batería), Popo Posada (bajo), Manuel
Cerpa (guitarra flamenca), Pepe Pulido (guitarra eléctrica), Dani Bonilla y
Mercedes García (palmas y coros) y la Orquesta Flamenca de Sevilla (grupo de
cuerdas). Todos realmente impresionantes.
Mercé y sus músicos estuvieron
arropados además por una puesta en escena imaginativa y colorista a base de luces
cambiantes y bellas y apropiadas proyecciones audiovisuales.
Un concierto, en fin, que todos
disfrutamos a rabiar y que no dudo en calificar de monumental y soberbio.
José Luis Navarro