Carmen Linares celebró en el sevillano Teatro de la
Maestranza sus “40 años de flamenco”. Un concierto que, entre otros teatros,
ya ha presentado en la gira que está efectuando por España con visitas a Granada
(Generalife), Barcelona (Teatro Grec) y Madrid (Teatro de la Zazuela y
Teatro-Circo Price).
40 años en los que Carmen ha enriquecido el Flamenco, musical
y literariamente. Medio siglo en el que esta joven de 70 años ha contribuido
como la que más a la transformación del cante de tablao en concierto sinfónico comparable a cualquier otra manifestación musical
clásica.
Nuestra ya mítica Premio Nacional de Música se presentó en el
Maestranza rodeada de una pequeña orquesta compuesta por las guitarras de
Salvador Gutiérrez ꟷsu
evocación a Paco de Lucía fue fascinanteꟷ y de su hijo Eduardo Espín
Pacheco, el piano de Pablo Suárez, el contrabajo de Josemi Garzón, la batería
de Karo Sampela y las voces y palmas de Ana María González y Rosario Amador.
Después se incorporarían la bailaora Vanesa Aibar, que en un continuo in crescendo artístico cautivó al
público por alegrías y, en calidad de artista invitado, el cantaor Miguel
Poveda. A
Carmen le gusta compartir escenario y rendir homenaje a compañeros de
fatigas, hoy primeros nombres del cante y de la guitarra. Entre otros, en esta gira ya lo ha hecho con
Joan Manuel Serrat, Marina Heredia y Rafael Riqueni, por citar algunos. Con
ellos puso su voz al servicio del cante y de la poesía y protagonizó un
concierto que no dudamos en calificar de histórico.
Nos conmovió a todos cuando, mano a mano, ella y Miguel Poveda se rompieron el alma con un extremecedor “Gracias a la vida” de Mercedes Sosa. Antes se habían acordado de Lola Flores y su “Zarzamora”. Miró a Huelva por fandangos con “Moguer” de Juan Ramón. Siguió con la “Canción de las vendimiadoras” de Miguel Hernández por tanguillos y alegrías cordobesas. Y cerró el concierto por bulerías con textos de Federico.
Fue en conjunto un concierto que nos emocionó y que el público
premió con fervorosos aplausos.
José Luis Navarro
Fotos: Guillermo Mendo