El cante no corre peligro


María Terremoto y Samuel Serrano lo dejaron muy claro en “Juventud emergente”, dentro del Ciclo de Primavera de los Jueves Flamencos de Cajasol.

Samuel Serrano (Chipiona, 1994) hace un cante descarnado, exento de cualquier tipo de adorno o sutileza, un cante que transmite unos sentimientos que lastiman. Tiene una voz que suena antigua, con ecos de los Agujetas y de Juan Talega. Comenzó por alegrías, para seguir por soleá, bulerías y rematar por seguiriya. Lo acompañaron la guitarra de Diego Amaya y las palmas de Tate y Cepa Núñez.




Compartía cartel con él María Terremoto (María Fernández Benítez, Jerez, 1999). Yo no sé dónde va a llegar esta chiquilla como siga “emergiendo”. Parece propiamente que haya nacido en un escenario. Con solo 19 años ya tiene el empaque y la prestancia de una profesional de toda la vida.




Hija y nieta de los Terremoto de Jerez, lleva el cante en los genes. Tiene además una voz privilegiada con la que hace literalmente lo que le da la gana, con o sin micrófono. Larga en cantes y con pellizco en el baile, ofreció uno de esos recitales que enganchan al más ajeno al flamenco. Hizo soleá por bulería, tientos-tangos, bulerías y un par de fandangos y justificó con creces el Giraldillo “Revelación” que recibió en la Bienal de 2016.




Vino acompañada de su “equipo”, Nono Jero a la guitarra y Manuel Cantarote y Manuel Valencia a las palmas.

Cerraron el recital Samuel y ella como Dios manda, dijo María, con unas tonás y, como es hoy imperativo, con una pataíta por fiesta que se dio Manuel Cantaroto.

                                                                                                                                José Luis Navarro
                                                                                                                         Fotos: Remedios Malvárez