Un concierto de excepción


El Maestranza cerró por todo lo alto su Ciclo de Flamenco 2018-2019 con Esencias de Dorantes y Marina Heredia, un espectáculo que llevábamos ya tres años esperando que recalara en Sevilla. Fue un encuentro y un diálogo entre dos artistas con similares cunas y herencias flamencas. Un nieto de La Perrata y la nieta de La Rochina, el sobrino de Juan Peña el Lebrijano y la hija de El Parrón. Lebrija y el Albaicín granadino en un mismo escenario. Genes flamencos con vocación universal. Un piano sin fronteras y una voz que acaricia y lastima.


Comenzaron con “Al calor de la manta”, una nana de Manuel Molina, y siguieron por alegrías. Dorantes dio libre cauce a su imaginación con la batería de Javi Ruibal y Marina nos estremeció con una seguiriya escalofriante, “Comparito mío Cuco”, y unas granaínas de Chacón y Vallejo. Subieron la temperatura con un tema que a los dos “les toca por dentro”, “Mi condena”, las galeras que Juan Peña el Lebrijano registró en Persecución. Una primera parte con flamenco al 100 x 100 en la garganta de Marina y ecos de música sinfónica y de jazz en el piano de David.

Después subió al escenario la banda de la Hermandad de los Gitanos dirigida por Pedro Pacheco para acompañar, con los coros y palmas de Ana Rivera y Fita Heredia, a David y a Marina en la interpretación de esa joya compartida del patrimonio musical andaluz que es “Orobroy” —resulta increíble que Dorantes la compusiese con solo 14 años— y, a continuación, los tangos de “Errante”, otra composición emblemática del álbum Sin muros. Cerró el concierto la banda de la Hermandad con una marcha con aroma de Semana Santa. El público aplaudió a rabiar y no se conformó con un solo bis.

Dorante confirmó una vez más lo que hace unos años escribí sobre su música (El eco de la memoria, 19.02.2013):
Dorantes está haciendo con el piano flamenco, a pasos de gigante, lo mismo que ha hecho Paco de Lucía con la guitarra. Los dos componen músicas que sin dejar de ser flamencas reflejan las corrientes musicales del mundo contemporáneo y enriquecen el patrimonio de la música universal.
En este sentido, “Orobroy” bien se puede decir que es en su obra lo que “Entre dos aguas” en la de Paco.

Esencias ha sido un concierto que nos ha conmovido y nos ha dado esos escalofríos que suben de las entrañas hasta los vellos erizados. Hacía tiempo que no sentíamos una emoción tan intensa y tan flamenca.


Y para terminar estas líneas no nos resistimos a la tentación de contaros a título de primicia lo que será muy pronto una realidad gracias al empeño de Cristina Heeren, esa mecenas norteamericana del flamenco: la publicación en disco de La roda del viento, el extraordinario concierto que puso el broche de oro a la XX Bienal.

                                                                                                          José Luis Navarro
                                                                                                   Fotos: cortesía Maestranza