Bailar, bailar, bailar



“Baile de autor” es un sueño y una divertida ocurrencia. Una pura excusa para bailar, bailar y bailar. Una “fantasía dancística” la llama Manuel Liñán. Comienza dormido y dormido termina. Durante unos 80 minutos él lo dispone todo. Sube y baja los focos. Pone y quita bambalinas. Sitúa y cambia de lugar las tres sillas blancas que componen lo principal del atrezzo escénico. Le coloca al cantaor los brazos y los pies como él quiere que los tenga... 
 

Por su parte, David Carpio y Manuel Valencia, cantaor y guitarrista, hacen todo lo que él ha dispuesto que hagan. Ponen y cambian de lugar las tres sillas y las seis lucecitas portátiles que adornan el escenario. David se luce además por malagueñas, en la mariana y por tonás. Y lo mismo hace Valencia por seguiriyas.


Y Liñán dispone y baila. Señala y baila. Ordena y baila. Baila y baila y baila. Baila por tangos. Baila por marianas. Zapatea. Baila por soleá. Baila por bulerías. Y ¡cómo baila! ¡Hasta subido y pasando de una silla a otra por seguiriyas! Se pone una bata de cola blanca y baila por cantiñas. Saca un mantón y lo mueve y juega con él. Ya quisieran más de una bailaora manejar la bata y el mantón como él lo hace. 


Y como colofón zapatea y chapotea sobre un charco de agua como lo hacía Gene Kelly en “Bailando bajo la lluvia”, perdón “Cantando bajo la lluvia”.


“Baile de autor”, estrenado en 2018 en el Festival de Jerez, es un espectáculo de los que pocos entran en media docena. ¡Enhorabuena, Manolillo!

                                                                                                                      José Luis Navarro