El día 17 de septiembre de 1992 se encuentran sobre las tablas del Teatro de la Maestranza de Sevilla el Flamenco y el Jazz, Enrique Morente (Granada, 1942-2010) y Max Roach (Newland, Carolina del Norte, 1924-2007). Raimundo Amador (Sevilla, 1959), actúa de mediador. Era la primera vez que Cante Flamenco y Jazz sonaban juntos.
Fue un encuentro excepcional propiciado por dos visionarios andaluces, Luis Cabrera Sánchez (Arbuniel, Jaén, 1954) y José Luis Ortiz Nuevo (Archidona, Málaga, 1948). Se celebraba en Sevilla la VII Bienal, un encuentro entre dos mundos musicales en el 500 aniversario del descubrimiento de un mundo nuevo. La idea de juntar Flamenco y Jazz fue de Cabrera, fundador y director del Taller de Musics de Barcelona, y Ortiz Nuevo, Director de la Bienal, la asumió.
Fue un encuentro excepcional propiciado por dos visionarios andaluces, Luis Cabrera Sánchez (Arbuniel, Jaén, 1954) y José Luis Ortiz Nuevo (Archidona, Málaga, 1948). Se celebraba en Sevilla la VII Bienal, un encuentro entre dos mundos musicales en el 500 aniversario del descubrimiento de un mundo nuevo. La idea de juntar Flamenco y Jazz fue de Cabrera, fundador y director del Taller de Musics de Barcelona, y Ortiz Nuevo, Director de la Bienal, la asumió.
La elección de Enrique era obvia, ya que Cabrera admiraba la obra del cantaor granadino y estaba vinculado a la Peña Flamenca Enrique Morente de Sant Andreu de Barcelona. Desde luego, Luis, sin pretenderlo, había dado en el clavo. Enrique era el cantaor más atrevido, el más intuitivo, al que más le gustaba lo nuevo y el que más preparado estaba para cualquier experimentación. José Luis Ortiz Nuevo (1996) dijo de él:
Decididamente creador, músico, audaz no aventurero. Enemigo mortal de la reiteración cansina de lo que está trillado. Histórico, de esa clase de criaturas ungidas de genio, capacidad para abrir capítulo en la memoria y en los libros. Descubridor de mundos, sorprendente versátil y magnífico alumbrando luz de lo que fue y el resplandor que viene.
Además, para él, el Flamenco y el Jazz “eran dos corazones hermanos por la forma de utilizar la expresión”[1]. Tete Montoliu fue más lejos. Llamó a Enrique “el Miles Davis del cante flamenco”.
Max Roach era un baterista de prestigio internacional, al que Enrique ya conocía. Así se lo contó a Ignacio de La Casa (ABC, 17.09.1992):
Yo había visto trabajar a Max en Barcelona y, luego, en París, y me dejó impresionado con su música. En aquellos momentos pensé que algún día tendría que tocar con él. Cuando se me presentó esta ocasión, me dije ahora o nunca. Se lo propuse y me llevé la agradable sorpresa de que aceptó. Le hacía mucha ilusión actuar en Sevilla y en la Bienal, porque le encanta el flamenco.
Enrique, Max y Raimundo se conocen en agosto en un hotel de Marbella. Los tres se entusiasman con el proyecto. Pasan unos 10 días en un cortijo en Cazalla de la Sierra ensayando y de ahí directamente al escenario. Un reto espinoso. Una improvisación real.
![]() |
El País, 15.12.2010. |
Enrique tiene claro lo que pretenden hacer:
A lo que hagamos Max Roach y yo se le puede llamar fusión, encuentro, amistad musical. Tocaremos palos que son familiares tanto para el flamenco, como para el jazz, en cuanto a ritmo. Vamos a intentar conjugar el mundo del flamenco con el atonal de la percusión.
Y añade:
Hay que captar la buena voluntad que hay detrás de la intención de seguir abriendo el flamenco al resto del mundo musical. No se pretende decir cómo deben de ir las cosas, ni por dónde, sino sugerir, invitar a la renovación, a la frescura, para huir del anquilosamiento. Y todo esto, desde la pureza.
El grupo de Morente y la banda de Roach llenaban casi al completo el escenario del Maestranza. Con Enrique estaban Raimundo Amador, Juan y Pepe Habichuela, Joselito Fernández, El Negri y un coro de voces gitanas. La banda de Roach estaba formada por todo un conjunto de percusionistas, Roy Brooks, Joe Chambers, Eli Fountain, Omar Clay, Steve Berrios, Ray Mantilla, Craig McIver y Francisco Mora, a los que sumaban la guitarra de Freddy King, el saxo de Odean Pope y la trompeta de Cecil Bridgewater.
Abren el concierto los tambores de Max Roach y sobre ellos suena la voz de Morente con un martinete, “Nadie diga que es locura esto que me está a mí pasando. Es deuda que a Dios le debo y en vida lo estoy pagando”. Se cierra como empezó, con nuevos golpes de tambor y platillos. Es la Introducción. Sigue un tema que titulan “Experimental 1”. Un diálogo entre Roach y el ritmo acompasado y constante de su combo y las voces gitanas de Morente. No hay palabras. Son voces humanas que funden sus sonidos, “!ahaháh! ¡ahahahah¡”, con la música percusiva y monótona del jazz y las fugaces notas de trompeta y guitarra que sobresalen.
Después, temas “puros”. Flamenco cien por cien y jazz cien por cien. Una taranta de Morente y unos tangos con todo el aroma y el sabor de Granada en voces de mujer y Max Roach y los suyos luciendo sus habilidades. Más Flamenco a secas. Enrique por soleá con aroma de Alcalá, “Si Dios me llama a mí a cuenta, tendremos que ir los dos”, y un recuerdo de Antonio Chacón, “Nadie se arrime a mi cama, que estoy ético de pena”. Y de nuevo Enrique, ahora con unas bulerías para escuchar sobre una base musical acompasada de jazz rematada con palmas. Flamenco y Jazz unidos.
Y, por fin, dos auténticos encuentros del Flamenco y del Jazz, “Experimental 2” y “Experimental 3”. En el primero, Roach dispone la base musical a la que se van incorporando las voces femeninas, Enrique y los restantes instrumentos. Juntos van interpretando la vidalita “Tristes estilos de amor la vieja sonanta gime”. Un homenaje a Pepe Marchena. En el segundo, no hay palabras ni palo flamenco. Solo música. Roach pone la envoltura rítmica y Morente incorpora su voz como un instrumento más. Dos genialidades musicales.
Enrique cierra el concierto con unos anticipos del Omega que grabaría en 1996 con Lagartija Nick. Letras de Poeta en Nueva York de Federico García Lorca con ecos flamencos futuristas cercanos al Jazz experimental.
Con este concierto Enrique desconcertó a unos, sorprendió a otros y agradó a los más. La prensa alabó lo específicamente flamenco y censuró lo que entendió que se alejaba de sus orígenes. Manuel Martín Martín en Diario 16 (19.09.1992) elogió por separado las actuaciones del granadino y del norteamericano, “sencillamente magistral Enrique Morente” y “asombroso siempre el percusionismo de Max Roach”, pero censuró con crudeza el encuentro Flamenco-Jazz, “una tropelía contra el estado natural de lo jondo”. José Ignacio de La Casa en ABC (19.09.1992) fue bastante discreto. Celebró la actuación de Roach, “Sensacional actuación del «jazzman» norteamericano”, pero ignoró cualquier diálogo Flamenco-Jazz. “No hubo fusión” sentenció.
Enrique Morente, sin embargo, no solo disfrutó de la experiencia, sino que pensó llevarla al disco. Lástima que no pudiera ser. Lo que sí hizo fue apuntarse a un taller que Max dio en Barcelona. Y es que Enrique no se cansaba nunca de aprender.
Bibliografía
Ortiz Nuevo, J. L. (1996). “Enrique Morente. Luz de lo que fue y resplandor de lo que viene” en Navarro, J.L. & Ropero, M. Historia del Flamenco Vol.5, Sevilla: Tartessos.
Hemerografía
ABC, 15,17,19.09.1992.
Diario 16, 19.09.1992.
El País, 29.11.2009 y 15.10.2010.
Matador, Letra C.
Abren el concierto los tambores de Max Roach y sobre ellos suena la voz de Morente con un martinete, “Nadie diga que es locura esto que me está a mí pasando. Es deuda que a Dios le debo y en vida lo estoy pagando”. Se cierra como empezó, con nuevos golpes de tambor y platillos. Es la Introducción. Sigue un tema que titulan “Experimental 1”. Un diálogo entre Roach y el ritmo acompasado y constante de su combo y las voces gitanas de Morente. No hay palabras. Son voces humanas que funden sus sonidos, “!ahaháh! ¡ahahahah¡”, con la música percusiva y monótona del jazz y las fugaces notas de trompeta y guitarra que sobresalen.
Después, temas “puros”. Flamenco cien por cien y jazz cien por cien. Una taranta de Morente y unos tangos con todo el aroma y el sabor de Granada en voces de mujer y Max Roach y los suyos luciendo sus habilidades. Más Flamenco a secas. Enrique por soleá con aroma de Alcalá, “Si Dios me llama a mí a cuenta, tendremos que ir los dos”, y un recuerdo de Antonio Chacón, “Nadie se arrime a mi cama, que estoy ético de pena”. Y de nuevo Enrique, ahora con unas bulerías para escuchar sobre una base musical acompasada de jazz rematada con palmas. Flamenco y Jazz unidos.
Y, por fin, dos auténticos encuentros del Flamenco y del Jazz, “Experimental 2” y “Experimental 3”. En el primero, Roach dispone la base musical a la que se van incorporando las voces femeninas, Enrique y los restantes instrumentos. Juntos van interpretando la vidalita “Tristes estilos de amor la vieja sonanta gime”. Un homenaje a Pepe Marchena. En el segundo, no hay palabras ni palo flamenco. Solo música. Roach pone la envoltura rítmica y Morente incorpora su voz como un instrumento más. Dos genialidades musicales.
Enrique cierra el concierto con unos anticipos del Omega que grabaría en 1996 con Lagartija Nick. Letras de Poeta en Nueva York de Federico García Lorca con ecos flamencos futuristas cercanos al Jazz experimental.
Con este concierto Enrique desconcertó a unos, sorprendió a otros y agradó a los más. La prensa alabó lo específicamente flamenco y censuró lo que entendió que se alejaba de sus orígenes. Manuel Martín Martín en Diario 16 (19.09.1992) elogió por separado las actuaciones del granadino y del norteamericano, “sencillamente magistral Enrique Morente” y “asombroso siempre el percusionismo de Max Roach”, pero censuró con crudeza el encuentro Flamenco-Jazz, “una tropelía contra el estado natural de lo jondo”. José Ignacio de La Casa en ABC (19.09.1992) fue bastante discreto. Celebró la actuación de Roach, “Sensacional actuación del «jazzman» norteamericano”, pero ignoró cualquier diálogo Flamenco-Jazz. “No hubo fusión” sentenció.
Enrique Morente, sin embargo, no solo disfrutó de la experiencia, sino que pensó llevarla al disco. Lástima que no pudiera ser. Lo que sí hizo fue apuntarse a un taller que Max dio en Barcelona. Y es que Enrique no se cansaba nunca de aprender.
Bibliografía
Ortiz Nuevo, J. L. (1996). “Enrique Morente. Luz de lo que fue y resplandor de lo que viene” en Navarro, J.L. & Ropero, M. Historia del Flamenco Vol.5, Sevilla: Tartessos.
Hemerografía
ABC, 15,17,19.09.1992.
Diario 16, 19.09.1992.
El País, 29.11.2009 y 15.10.2010.
Matador, Letra C.
José Luis Navarro
[1]
Véase . Ricardo Aguilera. “Un
mano a mano de jazz y flamenco: Tete Montoliu
y Enrique Morente, frente a frente". Matador C.