Despertando la pasión dormida

 

Cuatro bailaores gaditanos cada uno con su sello pero con una misma forma de entender el flamenco.

Cuatro décadas de flamenco: Juan José Jaén “El Junco” (1975), Miguel Ángel Heredia (1985), Alberto Sellés (1991), Juan Tomás de la Molía (2000).

Cuatro bailaores enamorados del cante que en un ejercicio de valentía miran en su interior y dejan que aflore la semilla del cante.





El espectáculo comienza con un martinete en que en un diseño en cruz cada uno tiene su momento de baile y de cante, dejándonos claro que estamos ante cuatro artistas que pueden con todo.

El primer baile en solitario lo hizo Juan Tomás que nos baila por soleá con el cante de Alberto Sellés y Miguel Ángel Heredia. En su baile Juan Tomás nos transmite el ímpetu de la juventud con unos zapateados vertiginosos unido a un sabor muy flamenco en sus formas y remates. Alberto y Miguel Ángel nos sorprenden con el temple y el gusto que le imprimen a su cante por soleá.





Para las alegrías se unen todos cantándole al Junco que nos recuerda que Cádiz tiene un soniquete y un compás muy característico.





El momento picaresco de la noche nos lo traen Alberto y Juan Tomás con una guajira en la que juguetean con sus bastones levantándonos la sonrisa.





Quien piense que la elegancia está reñida con el salero y la flamencura es que no ha visto bailar a Miguel Ángel Heredia. La soleá por bulerías que nos bailó estaba repleta de sensibilidad a la par que fuerza, con un baile de jerezano de antaño cargado de detalles, recogidos y braceos.





La sorpresa de la noche vino con el cante “pa alante” por tangos de Alberto acompañado por Juan Tomás a la guitarra y Roberto Jaén con el cajón. Arte es lo que sobraba en estos tangos que casi nos hace levantarnos y ponernos a bailar.





Se apagan las luces y aparece en el centro Jesús Rodríguez a la guitarra con Miguel Ángel a un lado y Juan José al otro en un baile por farruca.





¡El último baile de la noche! Magnífico Alberto por seguiriyas con el cante de Miguel Ángel Heredia que nos sorprende con un cante muy potente. El baile de Alberto tiene una precisión pasmosa, llena de recursos coreográficos y figuras.





Llegó el final con todos sentados en un semicírculo haciendo un guiño a los Cafés Cantantes donde el “Anda Jaleo” de Lorca da paso a una ronda de letras por bulerías con mucho sabor.





Un espectáculo para disfrutar del flamenco ¡sin más artificios!


                                                                    Rocío Navarro

                                                            Fotos: Remedios Malvárez