Antonio Canales (Sevilla, 1961), un bailaor consagrado con un
muy particular y original estilo dancístico, ofreció su “esencia” al público
que llenaba el Teatro Cajasol de la calle Chicarreros —el recital se titulaba precisamente
así, “Esencia Canales”—. Una
esencia que fue en todos los sentidos un absoluto contraste: contraste en su
indumentaria y contraste en su baile.
Canales se presentó con la cabeza rapada y como suele vestir
habitualmente, con un atuendo vistoso y sugerente. En esta ocasión, con un
llamativo batín rojo con bordados dorados encima de especie de chaleco negro
también con similares bordados, un fino pañuelo al cuello, unas mayas negras y
unos brillantes zapatos colorados. Después cambió chaleco y batín por una
camisa roja y una tradicional chaqueta negra e hizo su último baile todo de
riguroso negro.
Comenzó paseándose por el escenario mientras recitaba unos textos que apenas pudimos oír y menos entender. Luego hizo unos abandolaos, una malagueña, una seguiriya y finalmente una soleá. Un repertorio clásico en el que lució todos los recursos de su personal forma de entender e interpretar el baile flamenco: un sugerente contraste entre unos movimientos de brazos y manos rebosantes de delicadeza y unos pies poderosos que taconeaban con limpieza y cerraban cada serie con formidables zapatazos. Todo dentro del más estricto compás.
Le acompañaron atrás un inspirado David de Arahal a la
guitarra, unos contundentes David en Galli y Miguel Lavi al cante y un eficaz
José Carrasco a la Percusión.Todos vestidos de blanco.
José Luis Navarro
Fotos: Remedios Malvárez