Canito en la Sala Turina

 Espacio Turina, 15 de septiembre. Ciclo “Guitarra desnuda”. 


Juan Antonio Suárez “Canito”



Encontrarse con una música como la propuesta por Juan Antonio Suárez, Canito, es una oportunidad para adentrarnos en otros universos sonoros apenas transitados por los flamencos. Se podría incluso decir que está en los límites, y posiblemente lo esté; es más, él mismo habla de su pasión por estar en las fronteras, lo que no invalida en absoluto su riqueza y sobre todo su sinceridad, su transparencia. 

Canito nace y se cría en Barcelona, la puerta de Europa según sus propias palabras. Vive el flamenco en familia, desde que tiene consciencia, la familia gitana de los Chapines, lo que implica frecuentes viajes a la tierra de origen,  Cumbres Mayores, en Extremadura, en los límites con Portugal. Aunque reconoce una raigambre andaluza que le hace sentirse abierto al mundo. 

En su primer disco dejó testimonio de esta herencia con un par de tangos castúos realizados con gran participación de su propia familia. Una joya en color sepia. 

Su mundo siguió creciendo y enriqueciéndose con las estancias en Japón y su relación con artistas muy singulares como la bailaora Belén Maya, el cantaor Rafael Jiménez El Falo o el guitarrista Jesús Torres, su hermano en la guitarra. 

Pero Canito no es sólo un flamenco al uso. El concierto propuesto en el ciclo “guitarra desnuda”, seguramente el más importante acierto de programación de la pasada Bienal, es una recopilación de piezas en su mayor parte ya grabadas, en 2008 (“Flamenco Crossover”), 2008 (“Son de ayer”) y 2012 (“El Atlante”), con dos estrenos, las Bulerías de Finlandia y las Bulerías de la Rafi. 

Aún así, Canito no es sólo un flamenco al uso. El concierto tenía como título “Resonemos…”, es decir pretendía que los espectadores vibraran con la misma frecuencia que lo hacía él mismo con su música, como las cuerdas bien afinadas de una guitarra que vibran por simpatía con el resto cuando son pulsadas. Y en verdad que lo consiguió, ya que el concierto fue poco a poco captando la atención del público, muy atento, casi hipnotizado. 

Aunque su música no es sencilla —se hermana con músicos clásicos como Bach, con impresionistas como Debussy y Ravel, con minimalistas como Arvo Pärt y con flamencos contemporáneos como Rafael Riqueni—, Canito confía en la sinceridad del momento; una sinceridad que le permite realizar adap- taciones sobre la marcha de sus piezas, entreteniéndose en pasajes, recrean- do otros, descubriendo nuevas dinámicas y apoyos rítmicos. Naturalmente, para el aficionado flamenco, es más fácil seguir las variaciones guitarrísticas más cercanas al desarrollo de los palos flamencos más conocidos, como la bulería “4x bulería”, basada en la canción “Los cuatro muleros”, la malagueña (que dedica al Mellizo) o la propia minera, con ecos de Chacón y Montoya. A pesar de que el concierto incluye cuatro bulerías más, éstas y su mundo son tan diversos que no rozan nunca la monotonía. La propuesta pues de este singular músico es de gran riqueza espiritual, y no es casual su interés por la literatura mística, como la de San Juan o filósofos como Osho o Canterla. 

Porque Canito no es un flamenco al uso; pero quizás por ello hay que escucharlo, atentamente.

                                                                                                                                             Manuel Alcántara