En 2012 Dani de Morón (Daniel López Vicente, Sevilla, 1981) publica su primer disco, Cambio de sentido. Acababa de recibir dos de los premios más importantes a los que puede aspirar un artista flamenco, el Giraldillo de la Bienal de Flamenco de Sevilla al mejor toque y el correspondiente al Mejor Espectáculo por aquel delicioso Don Perlimplín lorquiano de Aleluya erótica. Después vendrían El sonido de mi libertad en 2015 y 21 en 2018. Ahora nos presenta El sentido del Cambio en Los Jueves Flamencos de cajasol. Es el punto y seguido a un camino de continuo enriquecimiento musical que lo ha transformado de firme promesa a espléndida realidad en el mundo de las seis cuerdas.
Dani comenzó su concierto haciéndonos partícipes de la
fascinación que siente por el oud y la nueva música tunecina, sin renunciar a
hacerla dialogar con su raíz más profunda, una bulería de su primer trabajo
discográfico, “La Mazaroca/ Barrio C”. Continuó con una deconstrucción ꟷcomo él mismo nos dijoꟷ de una Mariana, “Latente/ Mary
Anne”, evocando con ternura a Bernardo de los Lobitos y a Luis Maravillas, de
manera minimalista. Se vino arriba por soleá con “Camino, verdad y vida”,
reivindicando la pulsación de la escuela de Morón, pero también el sonido de la
escuela de Caño Roto. Interpretó después una farruca, “Mi Luz y Mi Guía”,
cantada instrumentalmente en muchos momentos, superponiendo distintas melodías,
de gran sutileza y melancolía. No olvidemos que Daniel es un gran aficionado,
conoce a la perfección toda la historia del cante y tiene interiorizadas
multitud de variantes flamencas. Siguió por seguiriyas y cabales con “Morón
D.F.” y volvió a estremecernos con la profundidad y sabiduría de su tierra y el
reconocimiento a ese genio llamado Diego del Gastor, con desarrollo y
reinterpretaciones de algunas de sus maneras. Vinieron luego los tangos,“Tangos
del 21”, ꟷtambién de
aroma moronenseꟷ en los que
se volvió guasón y algo gamberro y garrotinero, dando un respiro vitalista al
concierto, para terminar por entrar en otras dimensiones más tristes y trágicas,
la otra cara de la moneda. Tocó el tema “Creer para ver”, de su último trabajo
discográfico, un tema de gran complejidad, que hermanó con el romanticismo de
otro gran músico sevillano, Rafael Riqueni. Y terminó el recital con el
recuerdo del buen amigo Manuel Herrera ꟷalgo, que sin duda compartimos con
todo el reconocimiento y cariñoꟷ y con la soberbia bulería “Cambio de
Sentido”, que ya nos dio a conocer en su primer trabajo discográfico y que en
estos momentos revisita con gran maestría, incluyendo algunas citas de coplas
popularizadas por La Piquer.
En definitiva, con Dani hablamos ya de alta cultura musical,
en la que se combinan muy diferentes registros ꟷnaturalmente con guiños también a
Paco y a otros grandesꟷ y una
enorme personalidad que termina por hacerlos propios. Su mayor conquista
pudiera ser conseguir hacer melódicas las
armonías y armónicas las melodías
y llevar distintos caminos rítmicos a la vez.
Fue un
concierto que todos disfrutamos, incluido por supuesto Dani. “Como se está
mejor es tocando”, dijo. Por eso se lo pasa tan bien, algo que sin duda
trasmite. Resulta reconfortante entrar en un teatro lleno para escuchar un
concierto sólo de guitarra y percusión. Una gozada volver a escuchar a este
bicharraco y una alegría reencontrarnos con un artista sevillano cada día más
culto musicalmente y con un alto poder de comunicación con un público que
estuvo en todo momento entregado y atento.
Correctísima, sin duda, la colaboración de Antonio y Manuel
Montes Saavedra, los populares Mellis.
Manuel Alcántara y José Luis Navarro
Fotos: Remedios Málvarez