Rocío Molina presentó dos partes de su Trilogía sobre la Guitarra, un nuevo tour de force para la malagueña. La primera, “Inicio (Uno)”, es un diálogo y un reencuentro con Rafael Riqueni [1]. Un diálogo entre el baile y la guitarra. Un diálogo sutil y amoroso en el que guitarra y baile se retroalimentan. Rocío baila la música de Riqueni y Riqueni se inspira en el baile de Rocío. Él compone y toca una música íntima que respira delicadeza y exquisitez. Ella hace un baile imaginativo que rezuma exquisitez y delicadeza. Un baile preñado de inventiva que despliega todo tipo de recursos corográficos imaginables e inimaginables ─”Un volcán de imaginación” ha llamado a Rocío el propio Riqueni─.
Reaparece casi desnuda. Saca a Riqueni del rectángulo blanco y va desprendiendo del suelo el telón blanco que lo cubre. Suena Amarguras. Rocío se envuelve en el telón. Se cubre la cabeza. Es una virgen recorriendo las calles de Sevilla en la Semana de la Pasión. Se libera poco a poco de telas y ataduras y cae patas arriba. Se levanta y sigue bailando. Se acerca el final. Danza y Guitarra se abrazan.
Un desafío más superado a sus espaldas.
Trilogía de la
Guitarra es una coproducción de la Bienal con los Teatros del Canal, Théâtre
National de la Danse de Chaillot, Théâtre de Nîmes, Nationale du Sud Aquitain y Teatro Cervantes
de Málaga.
[1] Actuaron
juntos en el Festival de Danza de Itálica en 2019 y más recientemente el pasado
enero en el Festival Flamenco de Nimes.