Promesas y realidades


Para hacerse profesional del Flamenco, como de cualquier arte, el primer paso es darse a conocer, que el nombre empiece a rodar. Esa es la función que cumplen las peñas y los concursos. Concursos hay muchos, por fortuna para los jóvenes aspirantes a la profesionalidad. Unos para profesionales y otros para principiantes. Unos mejores que otros. El que organiza la Fundación Cristina Heeren, Talento Flamenco, tiene indudables ventajas. En primer lugar, ofrece a los ganadores, además de un puñado de euretes, una beca para cursar estudios en su Escuela y un importante escenario para medir su arte con el público. Ese fue anoche el Teatro Central de Sevilla para los ganadores de su último Concurso.



Juan Tomás de la Molía
Paula Salazar
Martín Fayos
Kiko Peña


Primero aparecieron sobre sus tablas Paula Salazar (Málaga, 1993) y Juan Tomás de la Molía (Trebujena, 1999) para bailar en pareja unos abandolaos. Siguió Martín Fayos (Frankfurt, 1991) con una taranta-soleá. Después hizo su solo por alegrías Juan Tomás y Kiko Peña (Écija, 1995) cantó cantes de trilla, martinete y soleá. Paula cerró con una caña y todos pusieron la guinda al pastel con el tradicional fin de fiesta. En los números de baile contaron con el cante de Marián Fernández y Rosa Lineros.

Todos mostraron muy buenos detalles, pero sin duda el que puso patas arriba al auditorio fue Juan Tomás de la Molía, un gaditano que lleva el baile en los genes. Un auténtico torrente de técnica e imaginación que a no mucho tardar seguro que compartirá una plaza de privilegio con los mejores bailaores del panorama flamenco actual.

A todos les deseamos lo mejor en su andadura flamenca.


José Luis Navarro