Teatro Central, 1 de marzo de 2024
La Desaparición de Yinka Esi Graves
Hace unos años que conocimos a Yinka (Londres, 1983). Bailaba entonces flamenco. Anoche conocimos a una nueva Yinka. No bailó flamenco, sino danza. Eso sí, zapateó y zapateó. Lució unos pies contundentes. Había rabia en ellos, pero también destreza y riqueza dancística. Viajó en el escenario por un mapa imaginario que iba dibujando en el suelo con tiza.
Se convirtió en una nueva mujer. Se autobautizó Lala, como la bailarina negra de Edgar Degas.
Y revivió en escena sentimientos: pocas alegrías y muchos pesares. Empezó escondida y terminó transformada.
Se cubrió la cabeza con una peluca de largos cabellos negros y disimuló su color con cremas blanquecinas. Pretendió redibujar su rostro. Ser otra.
Le acompañaron en escena la voz de Rosa de Algeciras,
la batería de Remi Graves y la guitarra de Raúl Cantizano, también director musical.
Su Disappearing
act ha sido para mí todo un descubrimiento.
José Luis Navarro