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"Furia Andaluza. La Petenera" de Clément Lépidis

Clément  Lépidis. (2022). Furia andaluza. La Petenera. Sevilla / Paterna de la Ribera (Cádiz): Ed. Colombre / Ed. Impresiones.


Obra teatral sobre la petenera



La producción editorial sobre flamenco no para, menos mal. A veces se trata de ensayos más o menos científicos, últimamente bastante científicos –ya no está el patio para otra cosa– y de vez en cuando aparece una obra literaria basada en algo relacionado con el flamenco -una novela, un libro de poesías, o una obra de teatro, como es el caso que comentamos-.

Manuel Diego Balbuena ha traducido para la ocasión una obra de teatro de Clément Lépidis publicada en París en 1986. Hasta ahora no se había traducido en español y, por lo tanto, no se conocía. Algo que Ediciones Colombre al alimón con Ediciones Impresiones han remediado. 

La obra, de poco más de cien páginas, retoma el mito, la leyenda de la mujer de Paterna de Rivera (Cádiz), que dio pie a algunas de las letras o coplas flamencas más conocidas del conocido estilo o palo de la petenera. Recordemos la famosa: “Quien te puso petenera / no supo ponerte nombre, / que te tenía que haber puesto / la perdición de los hombres”, citada en el libro y tomada como inspiración. En nuestro libro La alboreá y la petenera, dos enigmas del flamenco, editado por Signatura Ediciones en 2011, damos numerosos datos y perfiles de este rico y atractivo palo flamenco lleno de superstición a su alrededor también. 

Todo un mundo, el de la petenera musical –tan variada en España y América Latina, Méjico especialmente–. Lépidis (París, 1920-1997) es autor de varias novelas, ensayos o libros de viajes, algunos de ellos dedicados a Andalucía, de la que quedó seducido, como ha ocurrido a otros viajeros extranjeros. Enamorado del flamenco, estuvo bien relacionado con poetas (el poeta de Arcos Julio Mariscal sobre todo) y artistas flamencos (Antonio Pérez “El Perro de Paterna” le comentó –dice– que la petenera se llamaba Remedios Boras y lo condujo al cementerio donde ella habría sido enterrada). En Paterna de Rivera, en la campiña gaditana, tienen un monumento a la Petenera y cada año en su festival convocan el premio de peteneras, así como un premio de investigación sobre este palo (tuvimos la suerte de obtenerlo en 2009).

Presenta en su obra al personaje central, Remedios, custodiado con dificultad por su madre, Carlota, que la avisa sobre el amor de los hombres: “El amor esconde a menudo al demonio. El demonio es el pecado, el pecado es el infierno. Ten cuidado con los hombres, Remedios” (p. 33).

Remedios la bella, la mujer fatal, la atractiva paternera, al verse olvidada por un hombre que va de paso, Vicente, decide ensuciar su reputación entregándose a los hombres del pueblo (o de fuera, como el capitán Rodríguez, que con sus tropas pasa por Arcos) en un juego de hipocresía de los mismos que llevará al fatídico desenlace. Estamos ante una tragedia de tonos lorquianos, como se lee en la contraportada: “Hay que abrir las ventanas para que se vayan estos negros presagios” (p. 50). Vicente comenta: “Has venido a mí, Remedios. Cuando el amor sale de su prisión es capaz de todo. Tanto de pedir como de dar. Solo la muerte puede hacerle callar” (p. 46).

Hay pasajes con descripción de algunos palos flamencos. Alusiones, como hemos visto, a la petenera y a la seguiriya, pero también al martinete (todo en ese tono trágico, funesto, de dolor, de desamor, de muerte). Del martinete dice que el que lo interpreta “canta su vida difícil” al ritmo del yunque. De la seguiriya comenta Antonio, uno de los paisanos: “Cuando Diego canta por seguiriyas es que se avecina una tragedia” y más adelante “La seguiriya no miente. No puede hacerlo” (p. 109).

Toma a la protagonista como símbolo trágico de Andalucía, en la línea del  estilo del flamenco más profundo y enlutado, la seguiriya. Da una visión que supone una vuelta de tuerca más al mito de la mujer que domina a los hombres hasta desencadenar alguna tragedia, como la famosa Carmen de la obra  de Mérimée. El libro se lee con soltura gracias a una traducción apropiada y supone una aproximación literaria interesante a ese mito -mujer y estilo musical flamenco- que tanto nos atrae. Gracias a las editoriales por su esfuerzo e interés por difundir la obra -prometen varias más- de este autor enamorado de Andalucía y el flamenco.


                                            José Cenizo Jiménez